Los seres humanos tienden a tener lo que se conoce como comportamiento negativista. Es decir, estamos diseñados para darle más importancia a los pensamientos, emociones o experiencias negativas que a las positivas. Esta tendencia puede ser debida a una estrategia evolutiva que buscaba un mecanismo de defensa y protección. Sea como fuere, la realidad es que si somos capaces de evaluar nuestras experiencias de una forma menos parcial, dar un paso hacia atrás para analizarlas, en especial las negativas, nos puede ayudar a entenderlas. Ver la imagen completa suele concebirse como una forma sabia de vivir.
Imagina por un momento que tienes la cara pegada a la pantalla de una televisión y que todo lo que puedes ver es un montón de colores mezclados. Es imposible que sigas ningún programa de televisión. De hecho, ni siquiera podrías decir qué se está emitiendo en esos momentos. Toda tu experiencia es simplemente un conjunto de colores cambiando. Pero en el momento que das un paso hacia atrás eres capaz de ver toda la pantalla y puedes empezar a entender qué está sucediendo. Cuando estabas demasiado cerca podías llegar a pensar que la pantalla era la única cosa en la habitación. En el momento en el que das ese paso hacia atrás comienzas a darte cuenta de que existen otros elementos: muebles, otras personas, una ventana. Estás siendo capaz de ver la imagen completa.
De lo que se trata, en definitiva, es de permitir a tu cerebro analizar todo lo que te rodea, en especial aquello que pasa por tu cabeza, sin la necesidad de acercarte tanto a ello que termines cegándote, sin juzgarlo y siendo incapaz de entender lo que te sucede.
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