Blog personal de Sergio Madrigal donde encontrar textos sobre ciencia y tecnología, psicología, cine y literatura y quizá alguna cosita más.

Autor: Sergio Madrigal (página 2 de 72)

El artesano Digital

Me he dado cuenta de que siento verdadera fascinación por aquellos trabajos, especialmente manuales, que requieren de una profunda concentración y mimo por el detalle.

Artesanos de la cerámica asiáticos, panaderos de la España interior, herreros que usan métodos tradicionales en su forja, todos me transmiten por igual la sensación de ese trabajo duro, pero sutil, que desemboca en productos de calidad máxima.

El vínculo entre el artesano y su producto

El denominador común en todos los trabajos de artesanía, ya sea tradicional, ya sea moderna, tiene que ver no sólo con ese esfuerzo, sino con el amor que transmiten por aquello que hacen.

No es un producto más. Es una forma de expresión. Una manera de comunicarse con el mundo, legándole un producto hecho con sus propias manos.

En esa relación entre el constructor y el objeto surgen vínculos mucho más profundos de lo que una cadena de montaje automatizada será jamás capaz de alcanzar.

La artesanía digital

En una época donde lo digital ocupa un enorme espacio en nuestra vida social y laboral, también debería haber sitio para poder convertirse en artesano.

Reconozco que es difícil, más si cabe cuando se nos empuja en la dirección opuesta. Hoy se enfatiza la eficiencia, relegando al proceso a un segundo plano.

Incluso en aquellos casos donde la calidad es parte inseparable del producto, hemos inventado metodologías para cuantificarla, arrancándole todo posible vínculo emocional y humano.

Puede existir algo que, además de ser bueno, tenga ese mimo especial de las cosas que tienen un significado.

Y si hace 400 años esa emoción se volcaba al afilar una espada, al marcar con las iniciales en una esquina una cuidada tetera china, ¿por qué no podemos hacer lo mismo con nuestros productos digitales?

Una filosofía de vida

La artesanía digital es una forma de comprender nuestra realidad digital acercándola a su perfil humano. Cada palabra escrita un procesador de textos, cada línea de código insertada en nuestro programa, cada imagen revelada o cada beat creado. Todas ellas, elaboraciones del mundo inmaterial de lo digital, pueden tener un pedazo de nuestra alma si nos empeñamos en ello.

Quizá esa es la forma más interesante de diferenciarnos del resto, de buscar la singularidad en un mundo de clones sintéticos.

El papel del artesano digital pasa por llegar al mismo final, pero volcándose especialmente en el camino. Para que al darle significado al mismo, arrastremos parte de nuestra esencia y se la entreguemos a nuestro producto.

Para que, en definitiva, aportemos verdadero valor al mundo.

Francisco Ibáñez – In Memoriam

No recuerdo cuál fue el primer libro que me leí.

De lo que tengo certeza es de que mi primer tebeo fue un Mortadelo y Filemón.

Hay escritores que nos impactan por su forma de escribir, otros por sus historias, los hay que marcan un momento particular de nuestras vidas y los recordamos siempre por ello.

El caso de Francisco Ibáñez es distinto a todos ellos: a él le pertenece, como a cientos de miles de adultos hoy, toda mi infancia y parte de mi adolescencia.

Suyas son, sin discusión, las tardes de domingo junto a mi padre: él leyendo la columna de Manuel Vicent, yo gozándome 13 Rue del Percebe.

Si a alguien debo agradecerle mi pasión por leer, mi amor por las historias y mi afición a los cómics, es sin duda a él.

Gabriel García Márquez decía que al escritor no lo mata nadie, ni siquiera la muerte, y hoy eso es más cierto que nunca. Hoy en su despedida de este mundo me ha hecho regresar a los lomos rojos de uno de sus innumerables tomos de Super Humor para volver a disfrutar de sus historias.

Su legado es tan grande que se me aventuran pocos a su altura, con una herencia cultural que trasciende y trascenderá generaciones. Con una visión de la vida a la que el paso del tiempo poco le importe y mucho menos le afecte.

Hoy cientos de miles de adultos que un día fuimos niños, nos despedimos de un pedacito de esa infancia que tanto nos cuesta recordar. Y en esa despedida el genio de Ibáñez nos regala, aunque sea en lo que dura una de sus desternillantes historietas, volver a sentirnos chavales de 10 años, con tiritas y mercromina en las rodillas y bocadillos con papel de alumnio, sentados en el borde de una acera una tarde cualquiera de verano.

No se marcha solo, eso sí. En su mochila se lleva el agradecimiento infinito de varias generaciones de personas que crecimos, que nos educamos con su arte y que hoy, como mejor homenaje posible a él y a nosotros mismos, volvemos a sus historietas una vez más.

Por todas las que nos quedan y que mantendrán vivo su recuerdo.

Que la tierra le sea leve, Don Francisco.

Objetivos vs Procesos: Una lucha del Siglo XXI

De un tiempo a esta parte me he dado cuenta de una característica común en todos mis proyectos. Sea cual sea el tipo de proyecto, todos comparten una visión enormemente enfocada al logro.

Tanto es así que muchas de las actividades relacionadas con el proyecto, tanto antes como durante, llevan asociado cierto nivel de ansiedad.

Ya escribí acerca de la trampa de la inmediatez, de cuáles eran sus características, su orígen y sus síntomas en nuestra sociedad.

En línea con esa visión de una realidad cortoplacista está la estrategia orientada al objetivo.

Estrategias orientada al objetivo

Si revisamos la bibliografía asociada a la psicología mas contemporánea que trata estos temas y, sobre todo, si echamos un vistazo a todos estos libros de gestión de proyectos y autoayuda, tienen en común una idea troncal: el foco, la consecución de objetivos, la eliminación de distracciones que nos alejan del resultado.

Y, por el camino, cientos de métodos para cuantificar hasta el más pequeño de los pasos, decenas de sistemas que parametrizan una vida para terminar convirtiéndola en un proceso con variables de entrada y de salida.

Quizá el mayor de los problemas de esta estrategia es concebir al ser humano como una especie de máquina, de computadora.

Alerta espoiler: no lo somos. Ni lo seremos jamás. Y aceptarlo va diametralmente en contra de toda esta corriente de pensamiento asociada a la disciplina como bandera del éxito.

1. Una mirada enfocada en el final.

El proceso queda relegado a un segundo plano cuando el actor principal es el resultado. Todo es, por tanto, una carrera contrarreloj con tal de llegar a la meta.

Es contrarreloj porque, para nuestra desgracia, nuestro tiempo es limitado.

Quizá una correcta planificación y una mirada realista de lo que uno es capaz de hacer podrían aliviar este primer problema, pero vivimos rodeados de un contexto que nos invita a pensar justo lo contrario.

Hoy se ponen en valor la precocidad y la rapidez. Nadie valora a la persona de 60 años que vive una vida plena, sino al adolescente de 16 que termina su segunda carrera. El resultado, cuyo valor puede ser hasta incluso discutible, domina la esencia de nuestro trabajo.

Esta mirada enfocada al objetivo tiene, a su vez, la caracterítica de ser extremadamente estrecha. Las corrientes pseudopsicológicas asociadas a la eficiencia abogan por cuantificar los proyectos (sean de la índole que sean), reducir las distracción enfocándose agresivamente en el objetivo y reducir el proceso a un mero medio para alcanzar un fin.

2. Ausencia de refuerzo durante el proceso.

Precisamente esa forma de entender el proceso nos lleva a la carencia de refuerzos durante el mismo. A mí me sucede constantemente en cualquiera de los proyectos en los que me embarco.

Muchos de esos proyectos son, como mínimo, a medio plazo. Eso implica que durante el proceso pueden no haber elementos relevantes que marquen una idea de progreso.

Puedo, claro está, intentar autoconvencerme marcándome metas a corto plazo. Puedo definir objetivos mucho más cortos, y toda esa historia tantas veces repetida.

No funciona.

Y no funciona porque no somos tontos y nuestro cerebro sabe perfectamente que nos estamos intentando hacer trampas jugando al solitario. Queremos el premio final, aun sin tener muy claro cuál es, y no nos conformamos con las migajas.

Lo gracioso del asunto es que, hasta para esto, la sociedad individualista ha encontrado un filón con el que seguir vendiéndonos su producto.

Primero te aleccionan para que tu mirada esté puesta casi exclusivamente en la meta. Luego te exigen que trabajes la disciplina, entendiéndola como una férrea dictadora que nos obliga a dejar de escuchar nuestras emociones, lo que nuestro cuerpo nos dice, obviando nuestras circunstancias y nuestro contexto. Y por último, cuando todo el sistema fracasa, te dicen que la culpa es tuya por no haberlo intentado lo suficiente.

Estrategia orientada al proceso

Existe una alternativa que quiero evaluar para abordar mis proyectos, mis aficiones o mi trabajo (en la medida que eso sea posible).

Quizá suena contraintuitivo, pero puede ser un buen punto de partida alejarnos de esa visión estrecha y desenfocarla un poco.

Que el objetivo deje de ser la meta y se centre en el proceso.

Antonio Machado decía eso de «caminante no hay camino, se hace camino al andar» y es una frase que me ha acompañado desde el momento que la escuché por primera vez.

Es simple, pero no por ello sencilla: toda la vida se reduce a transitar. Si vivimos en constante mirada hacia adelante, si nuestro foco está en aquello que está por venir, lo que en realidad estamos haciendo es desperdiciar nuestro tiempo aquí.

Igual es una auténtica estupidez propia de alguna de las innumerables crisis por las que seguramente pasaré a lo largo de mi vida.

O igual me sirve para dejar de preocuparme tanto por el resultado, por terminar, por hacer, por rellenar una lista intrascendente de cosas que a nadie le importan.

Y aprender, de una vez por todas, a disfrutar del camino.

Crítica: Succession

«El poder no corrompe a las personas; simplemente revela quiénes son realmente.»

James Clear

La cita con la que inicio este post es un estupendo punto de partida para hablar de Succession. La serie de HBO, aclamada por público y crítica, emitió su úlimo episodio el pasado lunes.

Muchos se han apresurado a encumbrarla al olimpo de las series históricas, reincidiendo ese error humano de pretender arrebatarle al tiempo la potestad de decidir quien le sobrevive.

Es, de eso no tengo dudas, una de las grandes series de los últimos tiempos. Y creo que lo ha logrado explotando su mayor virtud: la capacidad de mostrarnos en pantalla la miseria humana que acompaña al sistema de valores en el que vivimos.

El poder, el dinero, la fama, todos ellos caras de una misma moneda que revela nuestras más evidentes carencias, nuestros más oscuros defectos.

Una historia de nuestra generación

Succession es un epopeya en 4 actos que pretende querer hablar de grandes herencias, de corporaciones globales y acuerdos multimillonarios, pero que esconde la tragedia más humana de todas: una familia rota por la ambición desmedida.

Logan Roy es el ejemplo de hombre hecho a sí mismo de manual: construye, de forma implacable, un imperio millonario; decide presidentes, se codea con las élites económicas. Es el éxito personificado.

No hay objetivo que se le resista.

No hay compañía que no pueda comprar.

No hay lujo que no se pueda permitir.

Y justo en ese descomunal éxito a ojos de nuestro sistema, reside su mayor fracaso. En el ocaso de sus días comienza a ver resquebrejarse el mundo: su imperio tiene pies de barro.

Pese a todo, se resiste a aceptar una verdad inevitable, su vida es el resultado de haber sacrificado lo humano por alcanzar ese «sueño» de dominarlo todo y termina el viaje luchando por lo único que quiso más que a sí mismo: el dinero y el poder.

Kendall Roy, el primogénito, el heredero. Quizá lo que mejor defina todo su personaje sean los últimos 15 minutos del último episodio cuando le suplica a su hermana que le deje ser lo único que sabe ser: un sucedáneo de su padre.

Shiv Roy, la mujer. Tan competente y ambiciosa como su padre, pero cometió el error de nacer con el sexo incorrecto. La visión patriarcal de la sociedad y, en especial de su propio padre, le impedirá ser quien podría haber sido y la forzará a buscar la aprobación de forma enfermiza. Su última escena roza la perfección.

Roman Roy, el juguete roto. Para mí el mejor personaje (por papel y por el nivel de Kieran Culkin a lo largo de toda la serie). El más humano de todos y, por ello, el más destrozado por las luchas de poder de su familia. No deja de intentar que alguien le quiera, que alguien le muestre un mínimo de ese cariño que los dólares no son capaces de transmitir. Y, a pesar de que fracasa en su intento, es sobre el que más esperanza hay de que algún día pueda ser feliz.

Evolución y narrativa

Succession es una joya narrativa que hace que el espectador disfrute de una evolución constante de todos sus personajes. Capaz de hacerte amarlos y minutos después despreciarlos, es un fiel reflejo de la cruda realidad de nuestras vidas en las que nada es blanco o negro.

No sólo es un excelente producto de entretenimiento, sino que nos obliga a reflexionar acerca de nuestra propia forma de entender el mundo, sus relaciones y el peso de nuestros valores. ¿De verdad importan tanto el poder, la fama o el dinero?

Al menú lo aderezan personajes que suman su granito de arena a esa estupenda parodia circense. Tom o Greg son ese incompetente capaz de nadar en el furioso océano del poder y sobrevivir a todas sus tormentas. Son parásitos del capitalismo que, a cambio de vender su poca dignidad, se les permite comer las sobras de los altos señores.

La idea detrás de todo y de todos

Pero tras sus últimos segundos el poso de toda la historia, de sus personajes, de su mensaje, empieza a germinar dentro de ti.

Un mensaje claro y meridiano: en la sociedad regida por el dinero, la aristocrática sucesión patrimonial de padres a hijos dejó de tener sentido hace mucho tiempo. Y es el valor fundamental del dinero el que actúa como erupción volcánica para las relaciones personales.

Son quienes más tienen y, sobre todo, quienes menos lucharon por tenerlo, los que dudan menos en sacrificar sus pocos valores morales.

Un divertido espectáculo que da para reflexionar

En su conjunto, Succession es una obra completa, de principio a a fin, con una factura tan cuidada y detallada que te deja huérfano al terminar.

Transita en esa delgada línea entre la pariodia y la reflexión crítica, y nos pone a todos frente al espejo: nos empuja a cuestionarnos nuestros verdaderos valores, nuestros verdaderos objetivos vitales.

Una verdadera gozada.

Nota: 9.5/10

Crítica: Guardianes de la Galaxia Vol. 3

Guardianes de la Galaxia es, probablemente, una de las sagas más interesantes de todo el universo Marvel.

Su primera entrega trajo una forma diferente de abordar las películas de superhéroes y abrió el MCU1 a muchos espectadores.

Una de las claves de su éxito fue la ausencia de peajes en su historia, lo que le permitió explorar mucho más que títulos más importantes en la franquicia.

Su tono gamberro y desenfadado funcionó y mostró una forma de abordar sus aventuras con un equilibrio entre humor, épica y acción.

Es en ese éxito inesperado donde aparece Guardianes de la Galaxia vol.2, en la que, en un intento de integrarla en el arco argumental, obliga a la historia a caminar por las rígidas guías del canon del universo de Marvel. Y es en esas guías donde fracasa estrepitosamente.

Poco es salvable de esa segunda película, que aboga por cumplir todos los errores de los que carecía su predecesora. Y, lo que es más importante, prueba que las fórmulas del éxito moderno no son matemáticas.

Buena muestra es que Thor: Ragnarok, se alza con un éxito inusitado replicando la idea de Guardianes de la Galaxia Vol.1 y haciéndolo con un personaje nuclear del MCU.

Como se dice, el veneno está en la dosis y Marvel iba a inyectarse su propia sentencia de muerte.

El desolador Multiverso.

La saga del Infinito termina con dos de las mejores películas del universo Marvel: Infinity War y Endgame. Y con ellas, algunos de los personajes más carismáticos ceden su lugar a nueva hornada de héroes.

Marvel consideró entonces que esta especie de nueva generación podría repetir el éxito de Guardianes de la Galaxia vol.1.

Se equivocó.

Tal vez tocase fondo con Thor: Love and Thunder, pero entregas como Eternals o Doctor Strange, el Multiverso de la Locura, fueron también pruebas fallidas.

Y, lo que es peor, no se percibía signo de mejora.

Marvel se reconcilia con el espectador

Y llegamos a lo que se considera el inicio de la Fase 5, Ant-Man y la Avispa: Quantumania. Un pequeño rayo de esperanza. Una película lejos del nivel de las primeras, pero que recuperaba cierta entereza. Había esperanza.

Pero bien podía ser flor de un día, o quizá las bajas expectativas ante un personaje tan menor como Ant-Man podían sesgar el juicio de la película.

Guardianes de la Galaxia, vol.3 era el todo o nada de Marvel: última película de los Guardianes, última película de James Gunn, que se marcha a trabajar para DC, última bala del MCU.

Y entonces aparece esta pequeña obra maestra.

Gunn vuelve a olvidarse del corsé y cae en la cuenta de que no le debe nada a nadie, sacándose de la chistera una historia que te recuerda por qué disfrutas tanto de una buena película

Guardianes de la galaxia, vol.3 lo tiene todo: unos personajes carismáticos, una trama simple pero tremendamente efectiva, una construcción que nace desde lo visceral y que maneja a su antojo las emociones del espectador y una banda sonora que no suma, multiplica.

Este es el cierre que la saga se merecía, el camino que debe seguir el resto del MCU en esta nueva fase para reencontrarse con el espectador. Aunque vivamos en la época de la producción en cadena, las películas siguen necesitando tener alma.

James Gunn encuentra de nuevo la fórmula, arregla los números y el resultado es tener en 2023 una verdadera película de aventuras espaciales que te hace reír, te hace llorar, te hace gritar y te hace sentir.

Yo cuando voy al cine, poco más puedo pedir.

Nota: 8/10

I Universo Cinematográfico de Marvel (MCU por sus siglas en inglés)

Los circuitos de la dopamina

Mucho se ha hablado, se habla y se hablará, de la importancia que tiene la dopamina en nuestra vida diaria. Conocer los efectos que produce en nuestro organismo ha supuesto un salto cualitativo en la comprensión de los procesos mentales y de nuestra conducta. Pero pese a ser una de las grandes protagonistas en muchas de las charlas relacionadas con la psicología, es también una gran desconocida.

¿Qué es la dopamina?

La dopamina es un neurotransmisor crucial para la regulación de múltiples procesos en nuestro cerebro y sistema nervioso central. Desde la coordinación del movimiento hasta la motivación y el placer, la dopamina es esencial para que podamos disfrutar de las experiencias agradables de la vida y buscar más de ellas. Sin embargo, su desequilibrio está detrás de trastornos graves como la enfermedad de Parkinson, la depresión o diferentes adicciones.

¿Qué es un neurotransmisor?

Un neurotransmisor es una sustancia química que se encuentra en el sistema nervioso central y que se encarga de transmitir señales eléctricas y químicas entre las neuronas o células nerviosas. Estas señales son esenciales para la comunicación y el funcionamiento adecuado del cerebro y del cuerpo en general. Cuando una neurona libera un neurotransmisor, este se une a los receptores de otra neurona, generando un impulso eléctrico que se transmite a lo largo de las células nerviosas y permite la comunicación entre ellas. Existen muchos tipos de neurotransmisores, cada uno con una función específica.

¿Cómo se genera la dopamina?

La síntesis de la dopamina se produce a partir del aminoácido tirosina, que se convierte en dopa mediante la acción de la enzima tirosina hidroxilasa. A continuación, la dopa se convierte en dopamina mediante la acción de la enzima dopa-descarboxilasa.

La síntesis de dopamina es un proceso complejo que requiere la presencia de varias enzimas y cofactores. La disponibilidad de tirosina, la actividad de la tirosina hidroxilasa y la dopa-descarboxilasa, y la presencia de cofactores como el hierro y la vitamina B6 son factores que pueden influir en la síntesis de dopamina.

Una vez sintetizada, la dopamina es liberada por las terminales nerviosas de las neuronas dopaminérgicas en las áreas del cerebro que la requieren. La liberación de dopamina se produce cuando las neuronas se activan y se produce un potencial de acción que lleva a la liberación del neurotransmisor. Este actúa en los receptores dopaminérgicos de las neuronas postsinápticas, lo que produce una respuesta en la célula.

La dopamina también se puede recapturar por las neuronas que la liberaron mediante un proceso llamado recaptación. Este proceso es llevado a cabo por una proteína transportadora llamada DAT (transportador de dopamina), que mueve la dopamina de vuelta a la neurona que la liberó para su almacenamiento y posterior liberación.

Circuitos de la dopamina

  1. Sistema mesolímbico: El sistema mesolímbico es un circuito que se extiende desde el área tegmental ventral (VTA) en el tronco encefálico hasta el núcleo accumbens en el estriado ventral. Este circuito es importante para la motivación, la recompensa y el aprendizaje asociativo. La liberación de dopamina en el núcleo accumbens en respuesta a estímulos placenteros o recompensantes puede reforzar la conducta asociada con esos estímulos.
  2. Sistema mesocortical: El sistema mesocortical es un circuito que se extiende desde el área tegmental ventral hasta la corteza prefrontal medial y dorsolateral. Este circuito está involucrado en el control cognitivo, la toma de decisiones y la regulación emocional. La disfunción del sistema mesocortical puede contribuir a la sintomatología de la esquizofrenia y otros trastornos psiquiátricos.
  3. Sistema nigroestriatal: El sistema nigroestriatal es un circuito que se extiende desde la sustancia negra hasta el estriado dorsal. Este circuito es importante para el control motor y la coordinación. La pérdida de neuronas dopaminérgicas en la sustancia negra puede causar la enfermedad de Parkinson.
  4. Sistema tuberoinfundibular: El sistema tuberoinfundibular es un circuito que se extiende desde el hipotálamo hasta la glándula pituitaria. Este circuito regula la liberación de prolactina, una hormona que juega un papel importante en la lactancia y la reproducción.

Como véis, son muchos los circuitos en los que la dopamina está presente. Esto hace que las implicaciones de su correcta regulación se extiendan a muchas condutas, respuestas emocionales e incluso teniendo impacto en la coordinación motora.

De ahí que protagonice la mayoría de «recetas mágicas» que nos prometen la felicidad eterna: la dopamina se dice que es, en muchos aspectos, la piedra filosofal de esa felicidad.

Activación de la dopamina

La dopamina se activa en el cerebro cuando hay una liberación de este neurotransmisor desde las neuronas que lo sintetizan y almacenan. Esta liberación se produce en respuesta a diferentes estímulos y situaciones, y puede ser modulada por diversos factores.

  1. Estímulos placenteros: La dopamina se libera en el sistema mesolímbico cuando se experimentan estímulos placenteros como la comida, el sexo, las drogas, la música, el ejercicio y otras actividades gratificantes. Estos estímulos pueden reforzar la conducta asociada con ellos, y la liberación de dopamina puede ser importante en el proceso de aprendizaje y motivación.
  2. Estrés: La dopamina también se puede liberar en respuesta a situaciones de estrés. El estrés agudo puede aumentar la liberación de dopamina en el núcleo accumbens y otros circuitos dopaminérgicos, lo que puede estar relacionado con la respuesta de «lucha o huida».
  3. Estimulación sensorial: La estimulación de los sentidos, como la vista, el olfato o el oído, también puede aumentar la liberación de dopamina en el cerebro. Por ejemplo, la visión de imágenes agradables o la escucha de música estimulante puede aumentar la liberación de dopamina en el núcleo accumbens.
  4. Drogas: Las drogas que tienen efectos sobre el sistema dopaminérgico, como la cocaína, la anfetamina y el alcohol, pueden aumentar la liberación de dopamina en el cerebro, lo que puede ser responsable de los efectos placenteros y adictivos de estas sustancias.

Estos factores dan buena muestra de esa relación directa entre la segregación de la dopamina y la sensación de felicidad: su presencia es condición necesaria.

No obstante, hemos de pensar en ella como en un sistema de comunicación de nuestro cerebro: la segregación de dopamina lo que nos indica es que nuestro cuerpo está enviando mensajes para activar mecanismos emocionales, sensoriales, motores o de conducta, pero no es necesariamente algo positivo.

Por ello creo que es importante recalcar que la dopamina no es sinónimo de felicidad, sino de conexión neuronal.

El impacto de la dopamina en la vida cotidiana

La dopamina es, por tanto, un elemento más de la cadena de conexión de nuestro organismo y por ello se la relaciona con múltiples procesos:

  1. Motivación: La dopamina está involucrada en la regulación de la motivación, y su liberación en el cerebro puede aumentar el deseo de realizar ciertas actividades o alcanzar ciertas metas. Por ejemplo, la liberación de dopamina en el sistema mesolímbico puede ser responsable de la sensación de «placer» que se experimenta al alcanzar una meta o lograr un objetivo.
  2. Aprendizaje: La dopamina también está involucrada en el aprendizaje y la memoria, y su liberación puede fortalecer las conexiones sinápticas entre las neuronas que están involucradas en la realización de una tarea o la adquisición de una habilidad. Esto puede ayudar a mejorar el rendimiento y la eficiencia en las tareas.
  3. Emociones: La dopamina también puede afectar el estado de ánimo y las emociones, y su disfunción puede contribuir a trastornos del estado de ánimo como la depresión y el trastorno bipolar.
  4. Control motor: La dopamina es importante para el control motor, y su disfunción puede contribuir a trastornos motores como la enfermedad de Parkinson.
  5. Adicción: La dopamina también está involucrada en el proceso de recompensa y adicción, y su liberación puede ser responsable de los efectos placenteros y adictivos de ciertas drogas y comportamientos adictivos, como el juego compulsivo y la adicción a la comida.

Conclusiones

La dopamina es, en definitiva, parte de la red de comunicaciones que emplea nuestro cerebro para regular nuestra vida.

Una red neuronal que coordina cómo actuamos y cómo nos sentimos, siendo vital mantenerla en buen estado. Al igual que un cableado de red, necesitamos que nuestro sistema de comunicación interno funcione bien.

Esto se consigue manteniendo unos niveles de dopamina regulados y saludables y, para ello, podemos hacernos valer de algunos consejos básicos:

  1. Ejercicio físico: El ejercicio regular puede aumentar los niveles de dopamina en el cerebro. Se recomienda realizar actividades físicas de forma regular, como caminar, correr, nadar, andar en bicicleta o levantar pesas.
  2. Alimentación saludable: Consumir una dieta saludable y equilibrada es importante para mantener los niveles de dopamina en el cerebro. Los alimentos ricos en tirosina, como el pollo, el pavo, el pescado, los huevos, los productos lácteos, los frutos secos y las legumbres, pueden ayudar a aumentar los niveles de dopamina.
  3. Descanso adecuado: El sueño es esencial para la regulación de los niveles de dopamina en el cerebro. Se recomienda dormir entre 7 y 9 horas al día para mantener un equilibrio adecuado.
  4. Reducir el estrés: El estrés crónico puede disminuir los niveles de dopamina en el cerebro. Es importante tomar medidas para reducir el estrés, como practicar técnicas de relajación, como la meditación o el yoga.
  5. Actividades placenteras: Participar en actividades que produzcan placer o disfrute, como escuchar música, bailar, leer o socializar, puede aumentar los niveles de dopamina en el cerebro.
  6. Evitar el abuso de sustancias: El abuso de sustancias, como el alcohol, la nicotina y las drogas, puede disminuir los niveles de dopamina en el cerebro a largo plazo. Es importante evitar el consumo excesivo o adictivo de estas sustancias.

En nuestras manos está convertir a la dopamina, ese neurotransmisor que comunica en nuestro cuerpo, en la verdadera hormona de la felicidad.

Final del 1Q – Revisando objetivos de 2023

Este enero publiqué un post en el que me marcaba una serie de objetivos para el año 2023. A diferencia de otros años, no voy a dejar pasar esa publicación hasta que, 365 días después, la recupere para evaluar si el año ha ido bien o no.

En su lugar, mi intención es dividir el año en cuartos (o trimestres) y analizar dónde me encuentro para poder redirigir mis esfuerzos adecuadamente.

En este post, quiero compartir contigo mis reflexiones sobre los objetivos que me había propuesto para el primer cuarto (1Q) y los resultados que he obtenido hasta ahora.

Además, voy a planificar nuevas acciones para el segundo trimestre del año, con el fin de continuar avanzando hacia mis objetivos y mejorar mi calidad de vida.

Objetivos anteriores

Lo primero es recuperar de la publicación Propósitos para 2023 la lista de propósitos que me planteé para 2023:

  1. Leer 15 libros (~1/mes)
  2. Publicar 24 posts (2/mes)
  3. Hay 4 series que quiero empezar
  4. 3 Certificaciones.
  5. Deporte y vida sana. 
  6. Latín. 
  7. Proyectos. 
  8. Vida.

Una breve revisión de ellos me hace ver evidentes errores en la lista. Mientras que los objetivos 1, 2, 3 y 4 son medibles y específicos, el resto no son más que una propuesta genérica difícilmente evaluable.

¿Qué significa «Proyectos»? ¿Terminar 3 proyectos? ¿Iniciarlos?

Existe mucha literatura tras la formulación de objetivos. Quizá la más reconocida es la técnica SMART:

Así que, basándome en ella, voy a reformular mis objetivos del año:

  1. Leer 15 libros (~1/mes)
  2. Publicar 24 posts (2/mes)
  3. Hay 4 series que quiero empezar y terminar
  4. Quiero obtener 3 Certificaciones.
  5. Hacer deporte 2 veces a la semana. / Bajar a 80kg.
  6. Terminar el libro de Latín. 
  7. Completar el Proyecto Legendarium. Poner en marcha el Proyecto Alianza Digital.
  8. Viajar a 3 destinos diferentes a lo largo del año.

Los objetivos, de esta forma, son específicos, pueden ser medidos, se trata de objetivos relativamente alcanzables y relevantes y están asociados a un margen temporal.

Evaluación de resultados

Veamos qué tal llevamos el progreso:

  1. Leer 15 libros: 1Q 7/15. 46%
  2. Publicar 24 posts: 1Q 5/24. 21%
  3. Hay 4 series que quiero empezar. 1Q 1/4 . 25%
  4. 3 Certificaciones. 1Q 0/3. 0%
  5. Hacer deporte 2 veces a la semana. / Bajar a 80kg. Al haber redefinido el objetivo, lo evaluaré en el 2Q.
  6. Terminar el libro de Latín. No iniciado.
  7. Completar el Proyecto Legendarium. Poner en marcha el Proyecto Alianza Digital. 1Q Legendarium 20%.
  8. Viajar a 3 destinos diferentes a lo largo del año. 1Q 0/3. 0%

En líneas generales, no voy mal. Cuatro de los ocho objetivos llevan buen ritmo, a pesar de que otros 3 no los he iniciado.

Teniendo en cuenta de que estamos todavía en el primer trimestre del año, puedo permitirme este margen de maniobra. El 2Q es el momento ideal para pegarle un buen empujón a aquellos objetivos que todavía no se han movido o que han avanzado mínimamente durante estos últimos 3 meses.

Planficación para 2Q

Partiendo de la reformulación de los objetivos de 2023, voy a repartir los pesos, en términos de prioridad, para cada uno de ellos, suponiendo que el total de los pesos es 100:

ObjetivoPeso
Leer 15 libros5
Publicar 24 posts10
Serie Mítica 10
Certificación20
Deporte 2 veces por semana10
Latin15
Proyecto Legendarium15
Viajar a 1 destino15
Total100
Reparto de pesos por objetivos de 2023

De esta forma sé que, a partir de ya, debo enfocarme tanto en los últimos 3 objetivos como, sobre todo, en el de obtener alguna certificación interesante.

El proceso de revisión es clave porque permite evaluar a tiempo el rumbo de los acontecimientos y poder modificar aquello que sea necesario con tal de asegurar llegar al destino deseado.

Conclusión

Una de las grandes carencias con las que me he enfrentado a lo largo de mi vida en el terreno de la planificación personal ha sido una mezcla de lo que que contiene esta publicación.

Por un lado, objetivos poco realistas, poco medibles y, por tanto, prácticamente irrealizables.

Por otro, una falta de revisión que permitía que mis avances, bien se estancaran, bien no siguieran un rumbo satisfactorio.

Veremos qué nos depara este segundo trimestre. Volveré a somarme aquí en unos meses y os contaré.

Sociedad Hiperbólica

En el mundo actual, en el que estamos más conectados que nunca, asistimos a una propagación de comportamientos «universales» cada vez mayor.

A popularizar estas tendencias, como es obvio, ha ayudado disponer de múltiples canales desde donde somos bombardeados insistentemente con patrones de comportamiento a imitar.

La mayoría de estos patrones pueden parecer a simple vista inocuos, infantiles y sin excesivo impacto en nuestra vida, pero muchos de ellos impregnan nuestra conducta con mecanismos asociados a un determinado rol y una determinada forma de pensar.

La cultura de la hipérbole

Quizá uno de los más importantes que he podido percibir: tanto por su rápida progresión como por el evidente impacto en la gran mayoría de nosotros, es lo que he llamado la cultura de la hipérbole.

Nuestra naturaleza nos empuja a observar todo desde un prisma egocéntrico: entendemos nuestro entorno desde nuestra perspectiva. Eso nos convierte en actores principales de nuestro relato y ahí es donde se cuela esta nueva forma de entender ese relato: la necesidad de convertirlo en antológico.

Hoy más que nunca somos personajes públicos: tengamos 2 o 2 millones de seguidores en redes sociales, la inmensa mayoría proyectamos nuestras vidas (la parte que nos interesa) hacía el resto de nuestra red social. En esa construcción de una historia protagonizada por nosotros mismos no caben medias tintas, ya no se conciben historias mediocres porque esas historias hace ya mucho tiempo que dejaron de vender.

En la sociedad hiperbólica el «me gusta» es la moneda corriente y no se consigue trabajando más, sino impactando mejor.

Si todo es histórico, nada es histórico

En ese afán por alcanzar siempre una cima más alta que la anterior se termina llegando a la paradoja de normalizar lo extraordinario: lo alternativo es lo mainstream.

Si todos vivimos momentos históricos, si cada día se alcanza un hito para el recuerdo, en realidad nada lo es ya.

Es una carrera ciega a ninguna parte y llegará el momento en el que no podamos seguir corriendo.

Además, toda historia exige su parte de fracaso, su realidad dura, para poner en valor el éxito si se consigue, y en esto a cultura de la hipérbole ha jugado sus cartas manipulando también ese elemento. Todos los que hoy alcanzan el techo legendario de sus vidas, lo han hecho tras esfuerzos excepcionales.

El relato exige su cuota de sacrificio y la hipérbole no se da solo al alcanzar la cima, sino al valorar también el ascenso a la misma.

El castillo es de cartón piedra

Las consecuencias de construir un relato vital basado exclusivamente en exageraciones las vamos viendo cada día más, tanto en nuestra generación como en las siguientes.

Silenciosamente hemos ido desensibilizando a nuestras mentes ante el impacto de lo diferencial y llegado el momento, nada nos resulta atractivo, nada nos parece diferente.

Si el ser humano se caracteriza por algo es por su curiosidad. La curiosidad es la fuente de la mayoría de nuestros logros, tanto como sociedad, como individualmente. Si eliminamos la curiosidad, o más bien la exprimimos hasta agotarla, perdemos gran parte de nuestro interés vital y eso nos terminará pasando factura tarde o temprano.

En parte es como si estuviéramos sustityendo la curiosidad por la necesidad de ser: ahora resultan menos interesantes las historias de los demás, porque por encima de ellas está la nuestra, que es más importante, más increíble.

En definitiva, seguimos en esa caída libre que nos aleja de la empatía y nos sume en el desierto del individualismo: más conectados que nunca, más solos que nunca.

Las historias también pueden ser normales

Como todo movimiento cultural y social, llegará el momento del retorno. La sociedad y el individuo caminarán en la dirección contraria y veremos cómo muchos se apresuran a subirse al barco de la normalidad.

La hipérbole dejará paso a lo cotidiano y se nos venderá, porque de eso trata todo, que las mejores vidas son las normales porque encierran la esencia del ser humano corriente.

Hoy no somos distintos a hace 2000 años, simplemente nos damos la chapa más a menudo y entre más personas.

Regresaremos, quiero creer, a una visión más colectiva de la sociedad. En algún momento el individualismo dejará de ser atractivo y los beneficios de trabajar verdaderamente en sociedad sobresaldrán al afán de protagonismo.

Mientras tanto, saber surfear las olas de las tendencias es lo que nos va a mantener medianamente cuerdos.

El equilibrio entre teoría y práctica

Una de las dudas más repetidas a lo largo de toda mi etapa educativa (que ya dura más de 20 años) ha sido la relacionada con la metodología a la hora de enfocar la adquisición de una nueva habilidad.

En concreto encontrar la respuesta a qué es más necesario al comienzo, una profunda base teórica que nos proporcione seguridad en el conocimiento o enfocarnos en el apartado práctico y en los resultados que la experiencia nos facilita.

La teoría es necesaria, pero no te vuelvas loco.

La teoría es asesinada tarde o temprano por la experiencia.

Albert Einstein

Una primera aproximación exige establecer unos mínimos. De nada sirve ejercitar una habilidad si desconocemos lo básico sobre ella. Por eso es fundamental que nos obliguemos a asegurar una base sólida de conocimiento.

Esto nos va a permitir aventurarnos en el terreno práctico con garantías de éxito.

No obstante, hay que tener cuidado con no abusar de esta fase. Debemos huir de la trampa de una autoexigencia desmedida que nos bloquee el progreso.

Hay un determinado momento en el que el esfuerzo en adquirir nuevos conocimientos va a tener un impacto cada vez más limitado en nuestra habilidad con la materia.

Será entonces el momento de poner en práctica la teoría.

Practica todo lo que puedas, pero sabiendo lo que haces.

Necesaria es la experiencia para saber cualquier cosa

Séneca

Una vez adquirida una base consistente de conocimientos debemos dar el paso de ponerlos a prueba.

La práctica es, en esencia, la consolidación de la teoría a través de la experiencia.

Y es en la experimentación donde reconoceremos las carencias teóricas que necesitamos resolver.

Es por eso que, al igual que sucedía con la teoría, debemos afrontar esta fase con las garantías necesarias: de poco sirve lanzarse a practicar sin saber qué estamos haciendo.

Experimentar no es sinónimo de hacer, sino de probar, y las diferencias entre ambas acciones son notables: el ejercicio de la experimentación exige un conocimiento previo y una idea clara de qué conocimientos buscamos evaluar o adquirir.

Sólo así la práctica tendrá un peso específico en el propósito de adquisición de una habilidad. Seremos más eficientes y alcanzaremos nuestros objetivos en menor tiempo y con menor esfuerzo.

El equilibrio se adquiere con el tiempo.

A pesar de que pueda parecer sencillo, alcanzar ese punto de equilibrio entre teoría y práctica no es sencillo: depende de muchos factores, entre ellos, nuestra propia forma de adquirir conocimientos. Para algunos, unas pocas horas de teoría serán suficientes antes de lanzarse a probar cosas. Para otros, en cambio, esta primera fase exigirá más dedicación.

Lo fundamental es que, sean cuales sean nuestros tiempos, se trate de un proceso controlado. Sepamos en todo momento dónde estamos, qué buscamos encontrar y hacia dónde nos dirigimos.

A partir de ahí, todo se reduce a asegurarnos de que disfrutamos del proceso.

Reseña: Tau Zero – Poul Anderson

Tengo entendido que los grandes aficionados a la ciencia ficción distinguen a este género en dos grandes grupos: Soft Sci-Fi (algo así como ciencia ficción suave) y Hard Sci-Fi (ciencia ficción dura).

La principal diferencia entre ambas radica en el nivel de complejidad científica de sus tramas. Mientras la primera tiene una dosis relativa de ciencia, la segunda implica conceptos científicos profundos. Así mismo, a diferencia de la ciencia ficción suave, la ciencia ficción dura se toma muchas menos licencias narrativas para enmarcar su relato: las cosas que suceden son científicamente más posibles.

Tau Zero

Tau Zero, de Paul Anderson, caería en la definición de ciencia ficción dura. Se trata de una interesante epopeya interestelar que orbita, nunca mejor dicho, entorno a conceptos de física relativista.

La Leonora Christine es una nave espacial capaz de viajar acelerando hasta alcanzar velocidades cercanas a la luz. Esto permitirá a su tripulación llegar a un planeta con características similares a la Tierra para su investigación en unos pocos años.

Sus personajes tendrán que vivir en esa nave durante los años que dure el trayecto y enfrentarse a todos los desafíos que un viaje de esas características puede presentar, tanto a nivel técnico como humano.

Toda la historia se sustenta en la idea de la expansión y contracción del tiempo y del espacio que se produce en los objetos que viajan a velocidades cercanas a la de la luz.

Esto ya de por sí hace que la lectura se embarre a medida que Anderson desarrolla detalladas explicaciones acerca de la definición del factor Tau y sus implicaciones en la vida de los protagonistas.

A pesar de que, en general, la base científica que requiere el libro no es excesiva, sí que supone un desafío su lectura.

Viajes temporales y espaciales

Tau Zero es, además, un interesante ejercicio de análisis mental y emocional del impacto que produce en las personas los efectos de la Teoría de la Relatividad llevados a la práctica.

Todavía recuerdo lo impresionado que me quedé cuando leí por primera vez sobre la Paradoja de los Gemelos.

Aquí son un conjunto de exploradores los que tendrán que hacer frente, no sólo a las dificultades propias de un viaje espacial, sino también a las consecuencias de querer llegar más lejos que nadie y hacerlo lo más rápido posible.

El libro logra transmitir la desproporción en cuanto a distancias y tiempos que hay entre las medidas estelares y las humanas: lo cortas que son nuestras vidas en comparación con el tiempo y la distancia que nos separa del resto del universo.

Una aventura que no termina de despegar

Es cierto que Tau Zero proporciona una lectura entretenida y que algunos de sus pasajes enganchan especialmente, pero se queda muchas veces lejos de cualquier sitio, dando la sensación de no tener muy claro hacia dónde se dirige el escritor.

Los personajes, aunque adquieren una potencia suficiente a lo largo de la novela, no terminan de definirse del todo y la historia acaba con la sensación de que te podría haber dado mucho más.

Es, sin embargo, en su conjunto, un relato bastante completo con grandes dosis de buena ciencia ficción.

Nota: 6/10