Blog personal de Sergio Madrigal donde encontrar textos sobre ciencia y tecnología, psicología, cine y literatura y quizá alguna cosita más.

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Volviendo a los inicios

El próximo 7 de mayo este blog cumplirá 15 años. Es, casi con total seguridad, de los pocos proyectos que han perdurado en mi vida. Lo ha hecho, en parte, gracias a haberse podido adaptar en cada momento.

Si algo he aprendido durante estos últimos 15 años es que la innegable capacidad de adaptacion que tenemos los seres humanos es un herramienta tan increíble como enormemente infrautilizada.

Buscamos encajar nuestra existencia en moldes que hemos ido considerando válidos sin casi reflexionar y en ese esfuerzo de querer ser quienes no somos nos terminamos perdiendo.

Ever tried. Ever failed. No matter. Try again. Fail again. Fail better.

Samuel Beckett

Si hago el ejercicio de leer lo que escribía allá por 2007 me descubro con esa incansable necesidad de cambiar, sumido en la búsqueda de aquello que creía que me haría más feliz.

Ese es parte del legado envenenado de una cultura que pone el foco en el éxito invidivual consagrándolo como una religión y se olvida por completo de lo colectivo.

Una forma de entender la vida basada en lo que podrías tener, en lo que podrías ser y que desprecia lo que tienes y lo que eres.

Devoras tu presente con el ansia de la promesa de un futuro mejor.

Luchando contra gigantes

Decía Isaac Newton que si había podido llegar más lejos que ningún otro hombre era porque estaba subido a hombros de gigantes.

Yo convertí desde bien pequeño a esos gigantes en enemigos. Sin saber muy bien por qué quise luchar contra ellos en lugar de pedirles ayuda para comprender un poco mejor el mundo. Adopté esa frase tan positivista de hacer del fracaso un aprendizaje hasta el extremo: mi fracaso era siempre la excusa por la que podía volver a intentarlo una vez más.

Aún sin entender nada.

Aún sin saber que, irremediablemente, volvería a caer por jugar un partido perdido de antemano.

Allá por 2007 ya escribía acerca de mis miedos, ya miraba con desconfianza la frustración de no sentirme realizado y la convertía en una enfermedad que iba adueñándose de una buena parte de mi vida.

Quince años después, se dice pronto, todavía guardo algunos de esos hábitos: sigo luchando contra fantasmas que yo mismo creé.

El tiempo y la experiencia

Todo en esta vida termina pasando y, aún así, adelante siempre hay más.

Cuando Beckett instaba a fracasar mejor, lo hacía con el pesimismo de quien considera al fracaso el sustrato de la realidad. La vida es un fracaso aderezado de éxitos puntuales.

Lo interesante de su visión no es tanto su derrotismo como su concepción de una realidad alejada del peaje superficial de nuestra generación.

Cuando nos desembarazamos de la rígida dictadura del éxito, cuando nos liberamos de la necesidad de encajar en esa visión simplista de una vida de catálago es, precisamente, cuando empezamos a vivir.

Felices 15

Globos De Fiesta Amarillos, Rosas Y Azules

Han sido 15 años llenos de historias, de reformular el objetivo de este blog una y otra vez, de escribir sobre todo aquello que me interesaba. Han sido 15 años de tener la oportunidad de contarme a mi mismo cómo es el proceso de crecer, cuál es mi historia de hacerme mayor.

Por eso me gustaría volver a los orígenes de este sitio y recuperar su esencia como espacio donde almacenar la historia de mi vida y así poder seguir contándomela.

Por otros 15 años igual de interesantes.

París – Día 1 – Mañana.

El despertador sonó. Y no, no había sido un sueño. Eran las 8.00 de una nublada mañana de Invierno y estábamos en París.

Ducha rápida. Que toca desayunar. ¡Esos sí que son croissants!

Sevrés-Lecourbe a Bir-Hakeim. El metro nos sorprende por su puntualidad y por su frecuencia. Aunque también por sus precarias infraestructuras. En menos de 20 minutos bajamos del metro. Seguimos a la gente. Al cruzar la calle veo una típica Brasserie y un Bistró. Todo parece sacado de alguna pelicula. Me acuerdo de Amélie.

De pronto, al girar una de las esquinas aparece imponente. Tanto que sin querer me emociono. Es la de verdad, la que tantas veces he visto en fotos, en el cine, he imaginado en las páginas de algún libro. E impresiona infinitamente más. La torre Eiffel nos da la verdadera bienvenida a París.

Paseamos, nos hacemos fotos, alucino con la ingeniería que lleva detrás la construcción y comienza el verdadero plan de la mañana.

Subimos al segundo piso. Se ve todo París. Al menos todo lo que los ojos son capaces de atisbar. Es enorme. A lo lejos vemos Notre Dame, el Sagrado Corazón y la zona moderna de París.

Una vez abajo contiunamos con el plan. Un crucero por el Sena. Pasamos por varios de los puentes más importantes de la ciudad. El Pequeño y el Gran Palacio. La Asamblea Nacional. El puente de los Inválidos. La arquitectura de esta ciudad me ha enamorado. Hasta la Estatua de la Libertad (la pequeña). Incluso pasamos junto a la Plaza de la Concordia, antes conocida como Plaza de la Revolución. Allí guillotinaron a Luis XVI y Maria Antonieta. Historia pura ante nuestros ojos.

Luego hay que coger fuerzas y es aquí donde Sheila se enamora del chocolate francés. Esto son crêpes de verdad. Saborear una delicia culinaria a la orilla del río Sena es mucho más de lo que podía pedir.

La mañana está llegando a su fin y decidimos adelantar un poco el plan y dirigirnos ya hacia el Palacio de Versalles.

Sin lugar a dudas la mañana ha sido espectacular y ha ido mucho más allá de lo que había podido imaginar. Esta ciudad tiene algo en el ambiente, en el aire, que la convierte en especial sólo con estar paseando por sus calles. Hay tanta historia alrededor…

París – día 0.

El viernes pasado Sheila y yo hicimos una pequeña escapada a la capital de Francia con la intención de celebrar nuestro segundo aniversario, en los próximos posts intentaré poner un poco en orden las sensaciones que extraje del viaje.

Ese propio viernes nuestro avión salía a las 19.20 de la tarde. Durante la mañana estuvimos ultimando las compras de última hora y terminando de hacer la maleta. Resulta muy curioso lo que pesan unos calcetines o una bolsa de aseo cuando tienes que ajustarte a 15 kg. Una vez en el aeropuerto he de reconocer que los nervios aparecieron: facturar la maleta, que las dos de mano cumplan con las medidas (Ryanair no se fijó ni en la ida ni en la vuelta), los bolsos dentro de las maletas, y por fin, después de una media hora de espera en la puerta de embarque: el avión.  Y más nervios.

A Sheila, que ya había volado en avión (pero en un Airbus 330-200), por poco le da algo al ver la «tartana» que es un Boeing 737-800. Nos sentamos al lado de la ventanilla. Las indicaciones de las azafatas y a volar.

El despegue fue muy bien (para ser una tartana) y de camino nos encontramos turbulencias pero nada que no superase la emoción de estar llegando a la ciudad del amor.

Una vez aterrizamos tras rebotar dos veces en el suelo nos encontramos en un pequeño aeropuerto a 80km de París. Beauvais. De allí rápidamente cogimos un Bus. Todo estaba oscuro hasta que un «ooooh» nos despertó del sueño: a lo lejos se veía imponentemente iluminada la obra de Gustave Eiffel para la Expo.

Una vez en París, nos quedaba el último trayecto, en metro, hasta nuestro hotel. Llegamos a las 12, cansados del viaje, pero ilusionadísimos por encontrarnos en pleno centro de París y con 3 días por delante para ver aquello que sólo con los propios ojos uno es capaz de disfrutar. Calentitos, en una habitación desde la que veíamos las calles de un París precioso en diciembre.

La tele francesa nos ayudó a conciliar el sueño pensando en que al día siguiente nos esperaba la gran Torre Eiffel, un paseo por el Sena y el suntuoso Palacio de Versalles.

A bientôt!

Canción : Sous le ciel du París.

Feliz cumpleaños

birthdayParece mentira.

El tiempo, como muchos dicen, se apresura tanto que a veces ni te das cuenta de cuánto ha pasado. Dos años ya. Largos y a la vez breves, con tantas cosas, tantos cambios, tantas alegrías y tantas tristezas. Con las despedidas inevitables y las soprendentes bienvenidas. Mirando hacia atrás ves la senda caminada y te das cuenta de que aunque te parezca un suspiro, tu vida ha cambiado radicalmente.

Dos años dan para mucho.

Y durante estos dos años, con sus 731 días (2008 fue bisiesto), el único sitio que ha permancido inalterado, salvo por sus cambios de imagen, ha sido este.

Estos dos años me han servico para mucho, para aprender, para probar a abrirme un hueco en eso que muchos llaman «blogosfera», para hacer amigos y sobretodo para disfrutar. Porque cuando se te brinda la oportunidad de expresarte en libertad, diciendo lo que piensas, con una herramienta sobre la que dispones de todo el control, realmente no estás escribiendo por obligación sino por diversión.

Brindo pues por estos dos maravillosos años, porque durante ellos he crecido como persona y como blogger, y porque vengan muchos más.

Feliz cumple sergiomadrigal.com! 🙂