Hace ya varios años que juego a este bonito intento de solitario que supone hacer una lista de propósitos para el año que entra.

La recomendación de los expertos es que estos sean alcanzables, realistas y posibles. Pero la realidad es que a 31 de diciembre la hoja en blanco parece más un cheque que un contrato: hay más ilusión que responsabilidad.
Por eso hace también ya varios años que comprendí que es un juego tramposo y que quien lo manipula es el Sergio de 365 días atrás.

No lo hace con mala intención, no le culpo y le señalo como el cerebro tras una trama que solo busca hundirme. El pobre no valora nunca que te puede aparecer un virus en mitad de las Fallas o te estalla una guerra que hace que se tripliquen los precios.

Las previsiones, los planes, los objetivos, son una quimera y un arma de doble filo que lo mismo que nos divierte se puede convertir en una verdadera frustración vital.

Por eso lo acepto como un juego, adulterado y sin valor real, pero que sirve para hablar de lo que nos gustaría, de futuros y, en definitiva, constatar nuestra propia ingenuidad.

Para, así, dentro de un año, volver a releer con una mezcla de consternación y compasión todo lo que quise y no fue.

Y volver a empezar el ritual.

Propósitos

Pero vayamos al turrón que se nos hacen las 12…

Son muchas las cosas que le pido a este 2023 (no voy a cambiar a estas alturas tampoco), la mayoría sé que se quedarán lejos de cumplirse, pero en esa ingenua ilusión de la que hablo también hay lugar para aceptar el intento como suficiente. No se trata de alcanzar la cima, muchas veces basta con perderse en el bosque que hay de camino:

  1. Leer 15 libros: Uno por mes y alguno más de regalo. Como se puede comprobar, empiezo realista, luego ya se torcerá el tema.
  2. Publicar 24 posts: Dos por mes. En 2022 escribí la friolera de 6 artículos, puede que haya sido el año menos prolífico de toda mi vida.
  3. Hay 4 series que quiero empezar: Son míticas (cada una a su manera) y os hablaré de cada una ellas a lo largo del año.
  4. 3 Certificaciones. Sigo con el listón realista porque me vale cualquier cosa.
  5. Deporte y vida sana. Esto es más típico que las campanadas de La 1 en casa de mis abuelos, pero de este año no es que no vaya a pasar, es que no puede pasar.
  6. Latín. Este es un propósito heredado de 2021 que en 2022 no tuve la ocasión (forma educada de decir que no me apeteció) de alcanzar.
  7. Proyectos. Proyectos (no es una errata, es una referencia), son muchos y variados aunque hay un par que pueden ser verdaderamente interesantes. Dedicarle el tiempo necesario es el verdadero objetivo.
  8. Vida. Y este es el más importante de todos. Llevo tantísimo tiempo tratando de descifrarme, de encontrar cuál era mi verdadero camino que, por momentos, he perdido la noción de lo que realmente me importa a mí. El 2023 abre una buena oportunidad de reaprender a vivir la vida junto a los que me hacen feliz.

Me ha dado por releer algunos de los posts sobre propósitos de años pasados y en algunos la vergüenza ajena me ha impedido acabarlos. Para esto también es útil dejar las cosas escritas: darte cuenta de que cualquier tiempo pasado NO fue mejor.

Hasta el año que viene.

¡ Feliz 2023 !