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Reinicio post-confinamiento

Comienza un verano atípico y nos pilla a todos inmersos en una fase de transición tras muchas semanas metidos en casa.

El confinamiento ha sido un suceso totalmente inesperado que, nos guste o no, no solo nos ha pasado factura en nuestra forma física, sino que ha tenido una importante incidencia a nivel psicológico

Cómo nos ha afectado

Nuestro cuerpo y en especial nuestro cerebro funcionan siguiendo los conocidos procesos homeostáticos: esto no es más que la tendencia innata a buscar situaciones de equilibrio. Por eso tenemos una capacidad de adaptación a las nuevas circunstancias que nos permite sobrevivir ante los cambios.

Lo que sucede es que esta adaptación lleva asociado un coste necesario. Tras la sorpresa y la incertidumbre que produjo la obligación de permanecer en casa, de iniciar el trabajo de forma remota o de estar rodeado de la familia las 24 horas del día, sentimos que nos “acostumbrábamos” al cambio.

Esa adaptación trajo la generación de nuevas rutinas y la aparición, de forma indirecta, de nuevas conductas aprendidas: desde cosas tan sencillas como no olvidarse la mascarilla al salir de casa como desarrollos más complejos asociados con trastornos relacionados con las enfermedades (TOC, TEPT, etc.)

Claves para minimizar su impacto

Pese a que hemos vuelto a una especie de normalidad pre-COVID, nada más lejos de la realidad. Debemos ser conscientes de que todavía no estamos al final de este duro camino combatiendo a la enfermedad y que, además, esta nueva adaptación a la nueva realidad no va a ser directa.

Por eso os propongo algunas ideas que hagan de este aterrizaje en la nueva realidad algo un poco menos forzoso y más llevadero.

Aceptar la nueva normalidad

Un paso previo crucial para llevar a cabo esta adaptación es asumir que esta mal llamada normalidad nueva, no es más que una fase de anormalidad más con las libertades ligeramente extendidas. Seguimos metidos de lleno en un proceso a escala global de lucha contra una enfermedad grave y contagiosa.

Que podamos hacer más cosas que hace dos semanas no significa que podamos recuperar nuestra vida anterior. Las cosas han cambiado y hemos de aceptar ese cambio.

Nuevas rutinas

Al hilo de esa aceptación de la nueva normalidad vendría la creación de nuevas rutinas. De poco sirve empeñarnos en recuperar nuestra vida antes de que estallase la pandemia, pero sí que es importante recuperar la sensación de control que perdimos el mismo día que nos dijeron que no podíamos salir de casa.

Los seres humanos estamos muy acostumbrados a vivir en entornos controlados y cualquier elemento que ponga en riesgo esa situación es un generador puro de ansiedad y malestar.

Una forma de combatir estas emociones es, precisamente, creando nuevas rutinas que nos permitan tener un día a día relativamente predecible.

Es un buen momento para iniciarnos en algún hobby, para empezar algún proyecto, para aprender alguna habilidad y hacerlo de forma periódica nos terminará por transmitir que volvemos a tener el mando de nuestra vida.

Actividad física

Lo de “mens sana in corpore sano” no solo es una buena frase de márketing. También es una necesidad que tenemos que cubrir. Está claro que a este verano ya no llegaremos para lucir abdominales, pero las endorfinas que segregamos tras realizar algún deporte y todavía mejor si es al aire libre, son vitales para mantenernos sanos y alegres durante todo este proceso.

Actividad de ocio

Ligado al deporte, ligado también a esas nuevas rutinas, está en qué vamos a dedicar nuestro tiempo de ocio. Esta nueva normalidad viene con muchas limitaciones y hemos de ser conscientes de ellas. Pero, a pesar de ellas, el tiempo libre es algo fundamental que debemos cuidar. Nueva normalidad implica, en este caso, nueva forma de pasar nuestro tiempo libre. Quizá debamos posponer nuestro viaje a las Islas Fiji y cambiarlo por unos buenos paseos por la sierra de Asturias.

Relaciones personales

Por último, y probablemente más importante, es que debemos seguir potenciando, aún en la distancia en algunos casos, nuestra red social. Es fundamental en contextos como el actual, tan llenos de incertidumbre y de miedos, la red de seguridad que proporciona nuestro entorno: amigos, familiares, parejas… El confinamiento ha supuesto una prueba de estrés para muchos de estos vínculos y es momento de relajar y reconstruir. Cuidar esas relaciones personales es clave para enfrentarnos acompañados a los desafíos que esta pandemia global está trayendo e, irremediablemente, traerá en el futuro a corto plazo.

Consejos para estar bien en casa

La llegada del COVID-19 a suelo español y las posteriores medidas de confinamiento de la población decretadas por el Estado han hecho que los ciudadanos tengamos que enfrentarnos a una serie de desafíos en nuestra vida cotidiana. Uno de ellos y quizá el más importante por detrás del de frenar la curva de expansión del virus, es el de preocuparnos por nuestra salud mental.

Muchos hemos empezado a teletrabajar desde casa, otros, con contextos laborales más impactados por el confinamiento, se han visto envueltos en ERTEs o situaciones laborales más precarias y, por supuesto, están aquellos que día a día luchan por mantener la normalidad acudiendo a sus puestos de trabajo para luego volver al confinamiento. En todos los casos, nos toca vivir un día a día incierto y hacerlo la mayor parte del tiempo desde casa.

El ser humano es un animal de costumbres y, por ello, requiere de esa sensación de control que le permita percibir que todo a su alrededor funciona tal y como se espera. La rutina, que tanto ha podido llegar a agobiarnos en otros momentos de nuestra vida, aparece ahora como un elemento fundamental sobre el que debemos intentar instaurar nuestras actividades diarias.

Aquí van cinco consejos sencillos de seguir que van a permitirnos recuperar en parte esa sensación de que las cosas siguen igual, que todo parece estar en orden y controlado y que la situación ha dejado ya de desbordarnos.

1. Compartimenta tu tiempo.

El primero de los consejos es probablemente el más fundamental. El estar en casa todo el tiempo nos genera la tendencia a que el tiempo se difumine y no sepamos ni la hora que es ni el día en el que vivimos.

Utiliza un horario visible que defina con claridad qué horas vas a dedicar a qué y trata de seguirlo todo lo que sea posible.

Divide el tiempo de trabajo y de ocio y trata de diferenciarlos incluso en sitios distintos de la casa: uno para el despacho / otro para el resto de tu día. Si no puedes, cambia la configuración de tu despacho cuando hayas terminado de trabajar/estudiar.

El objetivo es enviar la señal al cerebro de que hemos “acabado” con el trabajo y estamos “empezando” con el tiempo libre y se ha definido una frontera temporal para eso.

2. Cambia lo mínimo posible tus hábitos.

Es esencial que mantengas, en la medida de lo posible, los hábitos adquiridos antes del confinamiento: procura levantarte a la misma hora, seguir las mismas rutinas que seguías antes de ir al trabajo/universidad/instituto, ponte ropa de calle para empezar tu jornada y cámbiate, si así lo hacías, al terminarla.

Haz los descansos que solías hacer (para almorzar, comer, tomar café) y trata de seguir un esquema de tiempo de características lo más similares a las que tenías hace unas semanas.

Con eso estaremos diciéndole a nuestra mente que, aunque las circunstancias aparentemente han cambiado, nuestra vida sigue manteniendo un ritmo similar y eso alejará la sensación de incertidumbre y descontrol que suele apoderarse de nosotros en estos momentos.

3. Aléjate del exceso de información.

Otro de los grandes focos de preocupación y que termina redundando en nuestro rendimiento y nuestra estabilidad mental es la sobreexposición a la información a la que nos vemos sometidos en estos días: huye de estar constantemente leyendo artículos, noticias, grupos de WhatsApp, etc., que solo aportan, o bien información redundante o bien un sinfín de bulos sin contrastar que solo generan todavía más confusión.

Decide en qué momento vas a querer informarte de algo y el resto del día procura mantenerte alejado de la información. Aunque resulte complicado en esta época donde nos vemos expuestos a múltiples fuentes de información a la vez, necesitamos desconectar de ellas y es un ejercicio que debemos hacer de forma consciente: apaga el móvil y la tele durante un rato.

4. Focalízate en tus proyectos y tus hobbies.

Quizá uno de los aspectos positivos que trae este confinamiento es que nos enfrentamos a una realidad con bastante más tiempo libre del que estábamos acostumbrados. Es fundamental que ese tiempo libre se traduzca en tiempo empleado para que, al final de día, no alberguemos esa desagradable sensación de que no hemos hecho nada más que ver pasar las horas.

Estamos viviendo un momento excepcional y tal vez sea también el indicado para sumergirnos en todos aquellos proyectos o hobbies que llevaban tiempo cogiendo polvo a la espera de que dispusiéramos de tiempo. Dedicarles tiempo a aquellas cosas que nos generan bienestar contribuirá a mantenernos activos y con un ánimo elevado. Nos hará sentir útiles y despertará nuestro interés por nuevas ideas.

Si los próximos días no vas a trabajar, es momento de planificar un objetivo concreto: aprender un idioma, estudiar esta materia, formarse en algo que siempre te haya interesado, etc. Hazlo en lo que en su día fue tu horario laboral y, así, tratar de conservar lo que puedas tu rutina diaria.  

5. Mantente activo y descansa.

Nuestra mente sólo funciona bien si nuestro cuerpo está en buenas condiciones. Por eso, para una salud mental en condiciones, nos tenemos que obligar a mantener un cuerpo sano.

Así, volviendo al punto uno, dentro de ese horario de actividades, debemos incluir de alguna forma, las actividades deportivas. Hay cientos de recursos gratuitos en Internet que nos van a permitir activar nuestro cuerpo: Yoga, Body-Pump, Combat, Zumba… Decenas de variantes para un mismo fin: elevar nuestras pulsaciones, sudar y segregar endorfinas.

El descanso y la alimentación son los otros dos pilares que debemos esforzarnos en mantener en pie. La ansiedad puede llevarnos a querer comer a deshora y a terminar acostándonos a horas intempestivas, por eso, ese horario definido va a contribuir a que nos obliguemos a comer sólo cuando lo habríamos hecho en un día normal y a irnos a la cama con la naturalidad con la que lo hacíamos hace unos meses.

Al final todo se reduce a que nos encarguemos, de forma activa, de mantener nuestra sensación de control sobre lo que sucede en nuestra vida y a nuestro alrededor.

Son tiempos complicados y nos enfrentamos hoy, y nos enfrentaremos mañana, a desafíos de distinta índole que pondrán a prueba nuestra estabilidad mental. Pero los seres humanos hemos llegado hasta aquí por nuestra inquebrantable capacidad de adaptación ante las circunstancias que nos aparecen: fuimos, somos y seremos capaces.

Solo necesitamos ponernos en marcha.

El arte de hacer las cosas despacio

De un tiempo a esta parte estoy intentando, que no significa que esté logrando siempre, aplicar una especie de principio: hacer las cosas despacio.

En un mundo en el que nos movemos frenéticamente con la multitarea como abanderada (por error) de la productividad personal, he descubierto en el placer de hacer las cosas con calma, con la medida paciencia que nos permita saborear el momento y disfrutar ya no sólo de los resultados sino del camino que lleva a ellos, una nueva forma de vida.

Imagina por un momento aquello que estás haciendo: estudiando, trabajando, incluso viendo la tele. Analiza (y se honesto) cuánta atención estás poniendo en la tarea que realizas, cuánto cuidado y dedicación le estás dando, y cuántas tareas más estás haciendo “simultáneamente”.

Y pongo esa palabra entre comillas porque tienes que asumir algo: no podemos mantener el foco en dos cosas a la vez. No digo los hombres, que os veo venir guapas, digo en general, el ser humano.

Nuestro cerebro puede hacer simultáneamente muchísimas cosas: respira, el corazón bombea, el estómago digiere, los sentidos envían la información exterior a nuestro cerebro, el cerebro procesa todo esto… Pero conscientemente sólo podemos poner atención a una.

El falso concepto de la multitarea

Así que cuando alguien te dice que le encanta la multitarea y que se siente super productivo cada vez que se sumerge en hacer 4 o 5 cosas a la vez, habrías de ser buena persona y enseñarle dos importantes lecciones: no hace ninguna de esas cosas a la vez y es altamente probable que el resultado de ellas sea mucho peor (en términos de eficiencia) que si las hiciera por separado, cuidadosamente y con mimo.

El cerebro requiere de un tiempo para enfocarse, como si de una lente de una cámara fotográfica se tratase. Cada vez que conmutamos de tarea obligamos al cerebro a realizar este enfoque con el consumo de tiempo y de recursos que esto conlleva.

Haz una cosa, hazla despacio, disfrútala.

Muchas veces me he visto en medio de la vorágine de la multitarea y en algunos casos he intentado encontrar el motivo. Además de la ya conocida percepción de que estamos haciendo más que si nos dedicásemos a una sola tarea, hay otro elemento importante: no disfrutamos de la tarea y por eso conmutamos constantemente, buscando en el resto de las tareas una forma de liberación del estrés que genera la tarea desagradable.

Tal vez la perspectiva con la que afrontamos las actividades sea la que no es correcta y un pequeño cambio en la óptica a la hora de ponernos manos a la obra pueda suponer un cambio sustancial.

Así que en esas ando: cada tarea que tengo que realizar comienza con un proceso de eliminación de cualquier tipo de distractor, una evaluación de aquellas cosas que me gustan de la tarea y de por qué voy a disfrutar haciéndola y, durante el tiempo que la estoy realizando, un estado de sensación de inmersión total en ella: somos la tarea y yo y el resto del mundo ha dejado de existir.

Ya digo que no siempre funciona, pero puedes probar con cosas tan simples como comer. Yo como a una velocidad que pone en entredicho la Teoría de la Relatividad de Einstein, pero estoy empezando a intentar saborear cada bocado, de verdad, intentando descubrir sabores, texturas…

En definitiva se trata sencillamente de sentir el momento presente como el que de verdad importa, aprender a disfrutarlo sin pensar en nada más y dejar el futuro para cuando llegue.

Encontrando el tema adecuado

Cuando iniciamos un nuevo proyecto y una vez hemos decidido emplear una plataforma de gestión de contenidos (CMS), el siguiente paso tras la instalación de la plataforma va a ser el de seleccionar qué tema vamos a usar para nuestro front-end.

Aunque parezca a primera vista una tarea trivial (a priori se trata de buscar un diseño que nos guste y su proceso de instalación resulta más que sencillo), en realidad se trata de un paso clave que va a influir de manera determinante en el éxito de nuestro proyecto por varios motivos.

La importancia del diseño. 

Imagen

Está claro que para los seres humanos, en su inmensa mayoría, la primera toma de contacto con cualquier producto se realiza a través del sentido de la vista. En el mundo de Internet esta situación se produce de forma más notable puesto que hasta que no se desarrollen tecnologías del futuro, nuestra interacción con las páginas web se reduce a la vista y el oído.

Por ello es fundamental decidir qué queremos que transmita nuestro diseño en relación al producto que vamos a tratar de vender. ¿Buscamos sencillez para transmitir que lo importante ese el servicio que proporcionamos? ¿Nuestro producto debe mostrar creatividad y resultar atractivo para el usuario?

Interactividad

Muchos de los productos o servicios que desarrollamos requieren una interactividad por parte del usuario: ya sea una tienda online o una página de juegos al final el usuario va a tener que interactuar con ella. Por muy genial que sea nuestro entorno, por muy cuidado que sea el diseño gráfico, si olvidamos por un sólo instante que el usuario tiene que estar cómodo, tiene que entender lo que está sucediendo y sobretodo, tenemos que responder ante lo que él espera, estaremos completamente perdidos. Un usuario descontento raramente suele volver a visitarte.

En una mundo tan salvaje como el de Internet en el que cada día surgen nuevas ideas muy similares, cometer este tipo de errores es, sencillamente, letal.

Rapidez

Que sí, que jQuery es una maravilla, que cuando se empezó a pensar en que el navegador hiciera el trabajo sucio alguien llegó a la conclusión de que había cuadrado el círculo. Pero parece que nadie se paró por un momento a imaginar que no todos tendrán un Core i7 con 16 GB de memoria RAM.

Una página lenta es una muy mala página. Los efectos javascript están geniales para un nicho de negocio específico, no para todos. Si eres un gabinete psicológico lo que interesa es que tus futuros clientes vean qué servicios ofreces, tus tarifas, la forma de ponerse en contacto contigo y no que se pierdan entre movimientos alucinantes de fondos e imágenes de resoluciones imposibles.

La rapidez es una virtud indispensable para una página web. Hay estudios que han valorado el tiempo de atención medio de un usuario en una página y, creedme, es más bien escaso.

Tras algunos años de experiencia jugueteando con este tipo de problemas, mis consejos se reducen a tres:

Se simple, se directo. Busca ante todo que lo que sea relevante sea lo que vendes. Está claro que hay temas preciosos y llenos de extensiones maravillosas que hacen cabriolas en el aire. Pero al final tu objetivo, y eso no se te debe escapar, es vender tu servicio/producto. Enfoca todos tus esfuerzos en esa dirección.

Domina el terreno de juego.  Hay temas geniales, muy profesionales, con un panel de configuración más propio de un Boeing que de una plataforma web. Hay que tener mucho cuidado con esto y ser sinceros con uno mismo: ¿Hasta dónde llegan mis conocimientos? ¿Voy a pasar más tiempo customizando y adaptando mi tema para que funcione que desarrollando mi idea de negocio? Los errores más comunes que he visto cuando se elige un tema profesional son precisamente los relacionados con la incapacidad de los administradores del CMS de gestionarlos correctamente.

No pierdas el tiempo. Es una decisión importante ya que se trata de la imagen que va a tener tu producto o servicio para el resto del mundo pero mucho ojo con eternizar el proceso. Al final tu objetivo es vender un producto, un buen producto, un producto genial. Dedícale el tiempo justo al envoltorio y lánzate a lo que de verdad importa: tu idea de negocio.

Mejora tu productividad con 2 ideas

moleskine

Lo he leído ya tantas veces en tantos sitios que algo de razón tiene que haber en ello.

Los que trabajamos frente a un PC con conexión a internet y somos usuarios intensivos de la red tenemos un problema relativamente severo con nuestra productividad.

Si os fijáis, tanto los navegadores como el resto de aplicaciones nos empujan hacia la multitarea. En mi caso abro el navegador y casi por defecto tengo cuatro o cinco pestañas ya abiertas: el correo, alguna red social, un buscador y la web que esté en ese momento visitando.

Sobre esta base voy moviéndome a través de enlaces, recursos, etc., incrementando en muchas ocasiones el número de pestañas hasta números que superan la veintena.

En definitiva algo inmanejable y que mina considerablemente mi productividad.

Si a esta receta le añadimos el ingrediente de la asincronía de las redes sociales: cóctel explosivo.

Una posible solución.

Soluciones ante este problema las podéis encontrar en cualquier rincón de la red, ahora que está muy de moda eso del “coaching 2.0” y en número tan grande que es muy posible que se contradigan unas con otras.

Mi experiencia me dice que hay dos que son claves a la hora de evitar este problema:

  1. Define un plan muy específico. Es cuestión de dedicarle unos pocos minutos antes de ponernos a trabajar a definir de forma esquemática cómo nos vamos a mover durante nuestra jornada laboral. No tiene que ser algo estricto, que ya sabemos todos que los fuegos van apareciendo solos, pero sí algo lo suficientemente definido como para que no perdamos tiempo pensando por dónde hemos de ir.
  2. Monotarea. Esta es la clave. Siempre he tenido la falsa sensación de que cuantas más cosas haga simultáneamente más productivo soy. Es un error común y fundamental contra nuestra eficiencia. Una vez que en el punto 1 has decidido qué vas a hacer en la próxima hora, dedícate a hacer eso y nada más que eso. Enfoca toda tu capacidad en terminar esa tarea. No te disperses.

Lo demás viene como añadido a estas dos reglas. Tómate descansos, da rienda suelta a tus necesidades sociales en ellos, define bloques de trabajo que se adapten correctamente a tu forma de trabajar.

Es fundamental que te estudies y aprendas a conocer de qué modo te desenvuelves mejor, durante cuánto tiempo puedes permanecer concentrado, etc.

Al fin y al cabo somos diferentes y no necesariamente las mismas técnicas específicas funcionarán igual en unos que en otros.

Consejos programación PHP

Ha llegado el momento de sumergirme de lleno en la programación orientada a objetos haciendo uso de PHP, es por ello, que resulta interesante, antes de comenzar a programar, tener en cuenta una serie de premisas básicas:

7 sencillas normas a la hora de programar en PHP/POO:

  • Una clase: un archivo php. Nunca escribir en un mismo documento php más de una clase. Fuera del contenido de la clase no escribiremos ningún procedimiento/método/función o parte de código.
  • Guardar cada archivo con un nombre que lo identifique claramente. Una buena forma de seguir un orden es emplear el propio nombre de la clase precedido de un prefijo que identifique el tipo de archivo. Por ejemplo, para la clase «BaseDeDatos» podríamos guardarla como class.basededatos.php.
  • Emplear siempre minúsculas para los archivos. Esto generará menos confusión a la hora de gestionarlos.
  • Hacer lo mismo para el caso de interfaces: interface.basededatos.pho o para las clases abstractas/finales: abstract.basededatos.php, final.basededatos.php.
  • Utilizar la nomenclatura «Camel» para las clases, esto es, diferenciar las palabras empleando mayúsculas. Un ejemplo es la clase anterior: BaseDeDatos.
  • Para el caso de las variables empleamos la misma nomenclatura.
  • Para el caso de los métodos, la primera palabra comenzarla con minúscula: setType().

Definiendo este tipo de normas tendrás un proyecto desde el comienzo unificado de forma que conforme vaya creciendo en contenido no te encuentres ante una montaña de archivos sin sentido.