En realidad este post debería titularse: «cómo hacer la mejor trilogía cinematográfica de una adaptación de un cómic».

Sin lugar a dudas Christopher Nolan ha hecho mucho por el mundo del cómic y del cine. Mucho no, muchísimo.

Todas las adaptaciones que he podido ver, salvo contadísimas excepciones, han supuesto una notable decepción. Es muy complicado que un tío con mallas y los calzoncillos por encima de los pantalones, o lo que es peor, con una máscara, resulte mínimamente creíble.

Nolan sin embargo ha conseguido con esta trilogía demostrarle al mundo que una historia creíble, profunda y con actuaciones que rozan lo soberbio, basándose en un superhéroe de cómic, es posible.

No tiene desperdicio. Ni lo tuvo la primera película, ni la genial secuela ni este fabuloso desenlace. Christian Bale hace lo que sabe hacer casi a la perfección: bordar los papeles que le dan.

En esta tercera entrega de las andanzas del caballero oscuro por la ciudad de Gotham ahondaremos todavía más en la mente del multimillonario Bruce Wayne: sus miedos, sus debilidades, sus deseos…

Y todo esto en una película de dos horas y media que se pasa en un suspiro.

En realidad no os puedo contar mucho más: tenéis la obligación de ver las tres películas y saborear lo que significa la palabra «adaptar».