Cuando el fenómeno de Sensación de Vivir estalló en España yo todavía era demasiado pequeño para ni siquiera comprender de qué trataba todo el tema.
Sin embargo me subí al tren de las series de instituto poco después y, desde aquel entonces, me convertí en un apasionado fan de las mismas.
Dawson Crece
Unos años después de que las aventuras de Brenda y Brandon hicieran las delicias de los adolescentes españoles, una de sus coetáneas, Dawson Crece, llegaba a la televisión en abierto.
Fue entonces cuando coincidió con mi etapa en el instituto y no tardé en aficionarme a una serie que reunía los ingredientes ideales para un chaval en plena pubertad: estudiantes, triángulos amorosos y problemas juveniles.
One Tree Hill
Más tarde aterrizaría la que considero justa y digna heredera de Dawson Crece, One Tree Hill, que mantenía la esencia de su predecesora, y extendía su capacidad de acción a personajes ya en una adolescencia tardía y principio de juventud.
De nuevo coincidía justo con mi momento vital y no pude evitar caer en sus intensas redes de relaciones, superación personal y desafíos ante las responsabilidades de hacerse mayor.
Si Dawson Crece se centraba en el descubrimiento de las emociones adolescentes, de los primeros amores fugaces y del inicio del camino hacia una versión más adulta de nosotros, One Tree Hill conectaba con una visión más madura de las relaciones. El foco pasaba ahora a temas más complejos y los analizaba desde la mirada de quienes ya habían superado sus amores de verano.
Pese a todo, seguía siendo una perspectiva edulcorada de la realidad, que todavía adolecía de la inocencia de quienes comienzan el viaje con ilusión pero con desconocimiento.
Friday Night Ligths
Y llegamos a la tercera de la triada, la que, para mí, cierra ese ciclo de series adolescentes con las que puedo relatar mi paso por aquella etapa de mi vida.
Lo curioso de esta es que la dejé a medio terminar y no fue hasta hace unos días que no completé la quinta temporada.
Diez años después.
Friday Night Lights es una serie que extiende una película homónima estrenada 2 años antes. Se distingue del resto de series por una narrativa algo más cruda y una forma de realización distinta, con planos movidos y tonos mucho más apagados.
Busca trasladar al espectador una sensación más realista, a veces tratando de imitar una especie de documental, con planos de la ciudad tejana donde se desarrollan los acontecimientos.
Ambientada en un pueblo ficticio de la profunda Texas, la historia se centra en el equipo de futbol americano del Instituto: Los Dillon Panthers. FNL es una serie que desarrolla temas mucho más complejos que Dawson Crece u One Tree Hill. A pesar de que mantiene cierto contacto con los problemas adolescentes, en este caso pone el foco en cuestiones como la presión social, la educación sexual o el desarrollo profesional y personal.
Es cierto que es una serie irregular. Una primera temporada muy buena seguida de unas cuantas que se van desinflando (hecho en parte marcado por la larga huelga de actores y guionista que trastocó el número de episodios y que atropelló el desarrollo de la trama).
Las últimas dos temporadas recuperan algo de ese tono inicial concluyendo con dos capítulos que cierran bastante bien la serie.
A pesar de esta falta de uniformidad en el relato, Friday Night Lights tiene mucho que ofrecer y, a diferencia de las dos anteriores, pulsa mucho mejor las emociones de sus protagonistas.
Si se sostiene a lo largo de sus 5 temporadas es, fundamentalmente gracias a dos personajes con profundidad y complejidad: el entrenador Eric Taylor (Kyle Chandler) y Tim Riggins (Taylor Kitsch).
Dos figuras que participan en las tramas más importantes y en las que percibes una verdadera evolución a lo largo de toda la serie.
El resto de personajes, tanto los que forman parte temporalmente, como los que se mantienen las cinco temporadas, parecen tener menos impacto.
A pesar de ello la serie en su conjunto mantiene una narración creíble y disfrutable y me ha permitido regresar por momentos a aquella ya lejana etapa de mi vida.
Y lo mejor es que, finalmente, habiendo terminado Friday Night Lights, siento que he cerrado ese ciclo de series adolescentes que inicié hace más de 10 años.
Nota: 7/10