No sé si os suele pasar a vosotros, pero para mí la música siempre ha supuesto un ingrediente fundamental en mi día a día. En cada momento de mi vida, ya haya sido bueno o malo, ha habido una canción.

Y con el tiempo, al volver a escucharlas, rememoro esos sentimientos.

Sucede también, que cuando escuchas determinadas canciones la primera vez, te das cuenta que tienen algo distinto, algo que te llena, que te estremece, que te transporta.

Ese tipo de canciones perduran en el tiempo, como una suave neblina, rodeándolo todo, haciéndolo más real, quizá más soportable, en definitiva mejorándolo.

Ayer sucedió algo así, la escuché y supe que sería una de esas canciones:

Laura Izibor – Can’t Be Love