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Mi experiencia Konmari

Hace unos días, cosas de pasearse un sábado por la mañana por el centro de Valencia y sus librerías, terminé leyendo el libro de Marie Kondo: La magia del orden.
En él, la escritora/asesora japonesa nos expone su método, el método Konmari, para organizar nuestro entorno.

Su sistema se basa, principalmente, en eliminar todo aquello por lo que no sintamos una verdadera relación de necesidad o de conexión. Aunque pueda parecer un poco alternativa la idea, se trata de un concepto que bien explicado tiene mucho sentido.

Así, Kondo nos propone una interesante idea centrada en el objetivo de reducir al máximo el número de cosas que almacenamos. Junto con otros pequeños trucos de organización, su propuesta fundamental pasa por ordenar todo de una vez, y sólo mantener con nosotros aquellos objetos por los que se nos despierte algo al tenerlos entre las manos.

Qué he aprendido

Pese a lo peculiar del planteamiento, durante estos días de organización global me he dado cuenta de la cantidad increíble de objetos que mantenemos con nosotros excusándonos en el por si acaso o en el me sabe mal tirarlo, está nuevo. Aplicando el método konmari, me he deshecho (y no es coña) de más de 8 bolsas de basura llenas de ropa y de otras tantas de objetos innecesarios y papeleo redundante.

Aprender a eliminar de nuestra vida aquello verdaderamente superfluo, que no aporta nada, y que sólo coge polvo, ha resultado ser una actividad reveladora que me ha permitido aplicarla, no sólo a cosas tan sencillas como la ropa, sino a otros elementos tanto físicos como mentales de carácter más emocional.

Lo positivo del método

  • Fundamentalmente su sencillez. Hablamos de un método que se aplica sin que se requiera nada especial, salvo tiempo.
  • Su universalidad. Vale tanto para la cocina como para el baño. Para nuestra vida en casa como en el trabajo. Para nuestros papeles de estudio como para el correo electrónico.
  • Su vertiente psicológica. Hay un componente fundamental en el proceso que tiene mucho más que ver con nuestra mente que con nuestro entorno físico. Cuando nos decidimos por tirar algo, en algunas ocasiones, liberamos de nuestra mochila vital el peso de ese objeto y su historia. Es un ejercicio de purificación y «reseteo» de la mente muy positivo.
  • El resultado final. Una vez llegamos al punto en el que tenemos todo nuestro alrededor organizado y limpio, nuestra vida, nuestra rutina, recibe un soplo de aire fresco que nos carga de energía positiva desde buena mañana.

Lo negativo del método

  • Se trata de un método costoso. Aunque, aparentemente, parece sencillo, limpiar y organizar toda la casa lleva mucho tiempo y mucha energía. Hablamos de un esfuerzo físico importante que nos dejará exhaustos por varios días.
  • También sufriremos agotamiento mental. Se produce, paralelamente al cansancio físico, un desgaste mental producido por varios aspectos: tenerlo todo desorganizado antes de poder empezar, que el proceso se empiece a eternizar, etc.

Mis recomendaciones

A pesar de que el resultado final es incuestionable y la sensación de estar viviendo en un entorno organizado, limpio y que sigue un criterio claro de orden, es muy positiva; aplicar el Método Konmari cuesta lo suyo. Así que aquí tenéis algunas recomendaciones:
1. Paciencia: es fundamental que os carguéis de paciencia desde el primer día.
2. Todo listo: tened a mano todo lo que vayáis a necesitar, desde los utensilios de limpieza, cajas para organizar, bolsas de basura, etc., hasta el sitio donde ir dejando cada cosa.
3. Youtube: En internet y, especialmente, en Youtube, tenéis miles de vídeos con información acerca de este método, y otros similares, que os van a ser de gran ayuda a la hora de aplicarlo.

Resulta fundamental que se entienda que el verdadero motivo de tener un entorno organizado es que reflejará nuestro interior. Cuanto más limpio, simple y ordenado tengamos nuestra casa, tanto así tendremos nuestra cabecita.

Orden y genialidad: ¿incompatibles?

Vaya por delante que siempre me he considerado un desordenado y estoy muy lejos de ser ningún genio, pero durante estos años he intentado integrar en mi vida cotidiana, con mayor o menor éxito, algunas técnicas para ser ligeramente más ordenado.

Sin embargo, de la cultura occidental, y de la historia en general, nos llegan siempre las visiones de esos genios que cambiaron el mundo, incomprendidos y con una propensión al desorden casi rayana a la enfermedad.

Me surge entonces la duda de si el orden y la genialidad son conceptos incompatibles. Si una persona capaz de resolver un problema, de encontrar una solución a una necesidad, de responder ante cualquier situación de la vida mejor que el resto, es, en esencia, un completo caos.

Entiendo que muchos dirán que conocen casos de personas muy ordenadas y terriblemente profesionales: con una alta capacidad de trabajo, inteligentes, y muy preparados. Bien, pero ¿a cuántos de esos los consideráis verdaderos genios? 

Quizá sea una decisión que no está a nuestro alcance: la mente de un genio concibe tal vez el orden de una forma diferente y de esta manera funcione bien.

O quizá no, quizá la genialidad tiene la opción de alcanzarse a través del disciplinado y esforzado camino de la organización y la estructura.