Parecía un camino largo cuando comenzamos hace ya algún tiempo a pasear de la mano de la tecnología IP. Imaginaos si se pensaba que era largo el trayecto que lo que en su día se concibió como un espacio de direccionamiento casi inagotable ahora es una de las mayores fuentes de preocupación para los creadores de la red y lo que nos obligará tarde o temprano a emplear la nueva versión de direcciones: IPv6.

Pero vayamos despacio. Antes que nada deberemos presentar a la actriz principal de esta breve historia. IP son las siglas de Internet Protocol. Dirección IP es la matrícula que tendrán los dispositivos que estén dentro de la red IP. Una forma unívoca de localizarlos. El DNI de un dispositivo.

La integración de servicios (Voz, internet, multimedia, inalámbrica…) en una única red terminará por dotar a cada uno de los elementos de nuestra vida cotidiana (teléfono móvil, PDA, PC, nevera, lavadora…) de una dirección IP que lo identifique en la red de redes y mediante la que se pueda acceder al mismo desde cualquier punto del mundo.

Pensad por un momento la cantidad de cosas que se podrán hacer si desde cualquier lugar, ya sea el trabajo, en las Bahamas o en frente de casa, podamos acceder sin mayor problema a cualquier elemento de nuestro entorno y manejarlo a nuestro antojo.