Hay muchas formas de hacer cine y todas y cada una de ellas tienen de alguna forma cabida en la gran pantalla.
J.A. Bayona es de esos directores que no hacen un tipo de cine, sino que hacen Cine, como concepto: único y sin especificar.
En su nueva producción, La Sociedad de la Nieve, podemos disfrutar de ese Cine. Una película que combina emoción, drama y personajes en una trágica epopeya basada en hechos reales.
Una misma historia, dos formas de contarla
¡Viven! (1993) alcanzó la fama en su momento por contarnos la dramática crónica de aquel accidente aéreo en los Andes, de las dificultades a las que se tuvieron que enfrentar los supervivientes para lograrlo. Es una grandísima película.
¿Qué sentido tiene hacer una nueva versión de la historia?
Pues porque si bien ¡Viven! se centra en el qué y el cómo de lo sucedido: en qué pasó y en cómo sobrevivieron (haciendo especial hincapié, aunque con elegancia, en ciertos elementos clave de su supervivencia), en La Sociedad de la Nieve, Bayona explora el por qué.
Toda la película transita en el bosque de emociones de los supervivientes, a veces en forma de susurros y otras veces convertidas en gritos, pero siempre buscando la humanidad de cada individuo: tanto de aquellos que salieron vivos de aquel trance, como de quienes se quedaron en el camino.
No son números de un desastre, no hay personajes más protagonistas que otros. Hay personas, cada una de ellas individualmente, representando un universo propio.
Una factura al alcance de pocos
Para poder contar en condiciones los hechos y dotar al conjunto de verosimilitud, J.A. Bayona se rodea de todo lo necesario: una fotografía impoluta, unos actores a la altura de las circunstancias, banda sonora, efectos, que hacen del conjunto una pieza para el deleite (y el esperado sufrimiento) del espectador.
Pero, por encima de todo, está la forma de contar. Porque te puedes rodear del mejor equipo y aún así, para que una película trascienda, necesitas saber contar su historia de tal manera que traspase la pantalla.
La Sociedad de la Nieve lo consigue prácticamente desde el primer minuto, absorbiendo la atención del espectador hasta su escena final.
Una oda a la amistad en medio de los límites de la supervivencia. Un cuento acerca de la bondad humana, del vínculo entre personas, de la vida y de la muerte como elementos antagónicos pero inseparables.
Es una maravillosa, tanto en lo trágico como en lo virtuoso, historia.
Nota: 7/10