Vuelvo a estar por aquí con la mirada fija en los exámenes de Abril, pero no está de más abrir un pequeño paréntesis. A veces los mejores regalos no te los hacen personas, sino que la propia naturaleza, en su expresión, consigue alegrarte el corazón de un modo maravilloso.
El sábado pasado, así fue como me levanté de la siesta.
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