Hace una semana tuve la oportunidad (gracias bitElemental) de visionar la película que dicen está haciendo furor en Estados Unidos: Crepúsculo.
Entré en el cine pensando que iba a ver una película de vampiros rollo Blade o Underground y justo antes de empezar me enteré de que se trataba de una historia de amor.
Bien, pensé, las historias de amor son bonitas y mientras haya algo de acción y las escenas estén logradas no tiene por qué ser una mala película.
Este fue mi primer error.
Y no sería el último porque no paré de darle oportunidades a la película durante los primeros 20 largos y tediosos minutos.
Luego desistí, me acomodé plácidamente en la butaca del cine y confié en que la cosa pasase lo más rápido que pudiese ser.
Crepúsculo es una película mala. Con todas las letras. Mala en su concepción, mala en su argumento y mala en su realización.
Escenas interminables se entrelazan con una historia a todas luces sin ningún sentido y con una falta de lógica que te destroza los nervios nada más empezar.
Habrá gente que haya leído el libro o que realmente haya salido del cine y haya disfrutado de esas dos eternas horas. Pero es que, en esta vida, como dice un buen amigo mío: hay gente pa tó.
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