Mi relación con Joseph Gordon-Levitt (Filmaffinity) ha sido particular y bastante cambiante con los años.

He de reconocer que no lo soportaba en Cosas de Marcianos (Serie de TV) (1996), tal vez influya el hecho de que para mi esa serie siempre ha sido bastante pobre en líneas generales. No obstante, él era de los que peor me caían.

Luego llegaría 10 razones para odiarte (1999) que sólo serviría para confundirme: no era una mala película pero tampoco me terminaba.

Pero empezó a cambiar la cosa. (500) Días juntos (2009), diez años después, fue el punto de inflexión. Empezaba a gustarme su forma de trabajar. Daba la talla. Convencía. Con esos ojos que muchas veces te hacían dudar de qué tabaco fumaba. Pero convencía.

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Y ya entonces llegaron Origen (2010), Looper (2012), Lincoln (2012) y El caballero oscuro: La leyenda renace (2012). Respeto ganado. El Robin que no era Robin pero que sabías que lo era había llegado a la Tierra Prometida de los buenos actores.

Así que con esas que estábamos hasta que imagino que se dijo: estoy explotando como actor, voy a hacerlo más difícil. Actor, director y guionista. Con un par.

Don Jon (2013)

Para empezar digamos que Don Jon es una buena película. No una muy buena película, no una película mediocre ni tampoco un bodrio infumable. Una película entretenida. Su argumento seduce al espectador, sobretodo al masculino, desde casi su comienzo porque fundamentalmente toda la película gira entorno a un único tema: la masturbación y el porno. 

Pero no os asustéis que está muy lejos de ser soez o de convertirse en un esperpento como lo fuera ¿Hacemos una porno? (2008).

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Trata, y en muchos momentos lo consigue, de ser fiel a una realidad incómoda: los hombres consumimos pornografía en la red. El que diga lo contrario miente. Y sobre esa base nos presenta a Don Jon, el arquetipo de triunfador frustrado. Que parece tenerlo todo: buen cuerpo, las chicas que quiere, un buen coche, etc., pero que se la machaca 5 o 6 veces al día porque el sexo real no le satisface.

Su vida habría seguido igual de no haber conocido a Barbara, una mujer «diez» según su escala. Ojo que hablamos de Scarlett Johanson. Entonces cae en sus redes, es imposible no hacerlo. Y es ahí cuando las cosas se precipitan y terminará por encontrarse frente a frente con sus miedos.

Trasfondo

No terminé la película sintiendo que buscase dar una lección contra el consumo excesivo de porno o contra la masturbación masculina sino más bien poner de relieve que en una sociedad de consumo como la que vivimos hemos relegado al sexo a un bien de consumo más. Y resulta un ejercicio interesante reflexionar sobre ello.

La Psicología ha dejado bastante claro que mientras no termine convirtiéndose en una adicción, el amarse a uno mismo, por mucho que algunos se empeñen en satanizarlo, no sólo no te deja ciego sino que produce una serie de beneficios. El problema no radica en proporcionarse placer uno mismo sino en que, en el proceso, terminemos despojando al acto físico de su contenido emocional. Que lleguemos a olvidar que al sexo se le debería llamar siempre hacer el amor cuando son dos personas las que lo practican.

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No es un bien de consumo más. Y no deberíamos permitir que se convierta en eso jamás.

Nota: 7/10