Dentro de muy poco tiempo llegará a España lo que se ha denominado el «apagón analógico», que no es más que el final del proceso de transición de la televisión que todos conocemos a su versión en TDT.

La TDT (Televisión Digital Terrestre) es la aplicación de la evolución tecnológica al mundo de la televisión. Los contenidos son enviados ahora digitalizados, ocupando menos ancho de banda, lo que termina permitiendo enviar más canales en la misma banda de frecuencias.

Ahora bien, un aumento del número de canales y en consecuencia de la oferta televisiva no parece que venga acompañado de una mejora de la calidad de la misma.

Los canales generalistas (TVE, Antena3, Tele5, Cuatro…) utilizan los canales «extra» que disponen como almacenes de deshechos: series que no cuajaron, reposiciones insufribles o incluso reemisiones de canales deportivos como es el caso de EuroSport en T5 Sport (previa superposición del horroroso y enorme logo de la cadena).

El caso es que hace poco salía a la luz que somos el país con mayor publicidad al día y si a eso le sumamos la proliferación de programas de los denominados «basura», tenemos una comprensible bajada del uso de la televisión.

Y es que la «nueva televisión» tiene nombre propio: internet. Y un objetivo claro: contenidos a la carta.

¿Qué significa eso? Fundamentalmente que si quiero ver una serie, una película, las noticias… lo voy a hacer cuando yo quiera, sin estar sujeto a ningún horario.

Las sociedades de gestión de los derechos audiovisuales claman al cielo contra la mal llamada piratería y argumentan el gravar cualquier medio de soporte digital por el bien de los autores. En cambio, nada se hace para mejorar la calidad de lo emitido por la televisión en abierto.

El ejemplo lo he tenido que vivir hoy: 17.00 de la tarde, en la primera, una telenovela, en A3, otra telenovela, en T5, otra… en las autonómicas otra. A las 18.00 terminan todas y surge el pequeño hilo de esperanza, pero en 5 minutos se desvanece. Pasamos del tostón venezolano de hijos ilegítimos y gemelas embarazadas a aguantar los programas de corazón, que se dedican a hablar de exactamente lo mismo una y otra vez.

Luego dirán que la culpa de que la televisión convencional no funcione la tenemos los que nos bajamos las series de internet…