Ayer fui uno de los cuantos que se escandalizó al ver el reportaje especial de Callejeros: «Tetes y tetas» que ponía de relieve la creciente oleada en la sociedad valenciana de hombres y mujeres cuyo único objetivo vital era el culto al cuerpo con la superficialidad por bandera.
Escuché verdaderas barbaridades: «…acostarse leyendo un libro es de peleles… » o cosas del estilo.
Sin embargo hubo algo que me hizo parar un segundo y reflexionar.
El famoso Rafa Mora (famoso por un programa de televisión que ensalza precisamente los valores que os comentaba al principio) era entrevistado en medio de una discoteca y soltaba esta frase para la posteridad: «Me siento súper orgulloso de que hayan chavales que les haga más ilusión ser Rafa Mora que estudiar y ser abogado». Obviando el tufo de prepotencia desmesurada que debería ser causa de estudio psicológico, lo que me hizo reflexionar fue que en realidad esa frase tiene todo el sentido del mundo y es tremendamente cierta.
Cualquier sociedad a lo largo de la historia se ha comportado como un organismo vivo eficiente: deshecha aquellos componentes que no le resultan útiles y productivos y fomenta aquellos que sí. Es una cuestión de supervivencia de la propia sociedad y desde los albores de los tiempos, sin este comportamiento, la humanidad habría dejado de existir.
Así pues, ¿qué utilidad pueden representar los Rafa Mora del siglo XXI? fue lo siguiente que me pregunté. Esa respuesta es sencilla: son los payasos, los bufones de esta nueva era. Son motivo de chanza, de comentarios entre risas en cualquier momento, de acaloradas discusiones sobre si son una nueva especie en la que ha habido un retroceso evolutivo… Son los que nos divierten.
En la Edad Media se dedicaban a hacer cabriolas y permitir que se les lanzase comida para deleite de las clases opulentas. Ahora, en una sociedad tan globalizada como la nuestra, su humillación es pública.
Mientras esos abogados, ingenieros, médicos, esos «peleles» se dedican a construir con sus manos un futuro mejor y a dejar en el legado de la humanidad su orgullosa firma del progreso, Rafa Mora y sus lamentables imitadores hacen de su dignidad su negocio.
Muchos me dirán que sí, pero que bien que viven a todo tren, que la cantidad de dinero que ganan, que ya nos gustaría a muchos, que esto es fruto de la envidia que les tenemos…
Pues mirad, a mi no me produce ninguna envidia. Es muy posible que muera sin ser famoso (si mi plan de gobernar el mundo fracasa), pero al menos intentaré hacerlo con la dignidad intacta. Y eso no lo paga todo el oro que pueda dar este mundo.
Mientras ellos, que sigan haciendo el payaso.
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