Blog personal de Sergio Madrigal donde encontrar textos sobre ciencia y tecnología, psicología, cine y literatura y quizá alguna cosita más.

Categoría: Empresa (página 2 de 3)

Hacia qué modelo de ventas se dirige Internet

La llegada de Internet al público general de forma masiva ha traído consigo la adopción de nuevas costumbres y la adaptación de viejos sistemas para poder dar respuesta a las necesidades de una tipo de usuario cada vez más específico.

En términos económicos, Chris Anderson acuñó hace unos años en un artículo publicado en la revista Wired el concepto «Long Tail» (Larga cola) [es.wikipedia]. De forma muy resumida y simplificada, la larga cola define un modelo de negocio basado en una plataforma de ventas de muchos productos específicos que tienen una gran masa de futuros compradores. Conocidos también como mercado de nichos, y que se enfrentan a los conocidos como mercados de masas donde pocos productos «best-seller» se venden de forma masiva.

La teoría de Anderson viene a decirnos que es posible, en determinadas situaciones, que ese mercado de nichos pueda superar al mercado de masas.

Un ejemplo claro lo tenemos con las plataformas de venta online Amazon, iTunes, AppStore, Google Play, Spotify, etc., cuya fuente de negocio en muchos casos no se basa tanto en la venta específica de una cantidad pequeña de productos sino en la suma de pequeñas ventas de forma masiva.

La evolución de estos modelos, sin embargo, muestra una clara tendencia hacia la aparición de oligopolios: para poder ofrecer un servicio de calidad con tanta cantidad de productos que den respuesta a las variopintas necesidades de los usuarios en Internet se necesita disponer de un respaldo económico y en infraestructura muy potente. Y esto puede resultar peligroso para la competencia y el desarrollo de alternativas comerciales en la red.

Es complejo, por tanto, plantearse actualmente lanzar una idea de negocio de ventas online que pueda hacer competencia a estos grandes dominadores del mercado salvo si entendemos el valor añadido, el elemento diferenciador de nuestro producto como la piedra angular de nuestro proyecto.

Y aún así, en el caso de que nuestra idea tenga éxito, existe una alta probabilidad que estos «grandes monstruos» de la economía en Internet terminen absorbiéndonos o, lo que es infinitamente peor, replicando nuestra idea a un coste menor.

Por eso es fundamental, al menos desde mi punto de vista, que una idea de negocio sea un elemento vivo, en constante desarrollo, que se autorediseñe sin cesar y que siempre vaya por delante del resto.

¿Difícil? Mucho.

¿Imposible? Imposible no hay nada.

La cultura del esfuerzo

Prácticamente desde que nacemos se nos inculca un concepto que algunos tienden a llamar «cultura del esfuerzo».

En realidad la «cultura del esfuerzo» no es más que la relación directa entre el éxito y el esfuerzo que necesitas para alcanzarlo.

La televisión, la literatura, nuestra propia tradición transmite entre generaciones esa «cultura del esfuerzo». Pero cuando ya llevas unos años en esta vida y empiezas a conocer su letra pequeña te asaltan algunas dudas.

¿Qué hay de cierto en esa cultura del esfuerzo?

Nuestro entorno y, en muchos casos, nosotros mismos, obviamos una parte importante de esa relación directa de la que hablaba hace un momento: no es una relación causa – consecuencia. No siempre que nos esforcemos vamos a conseguir el éxito y, lo que es todavía peor, puede darse el caso de que nosotros, o alguien que conozcamos, o veamos por televisión, alcance el éxito sin necesidad de esfuerzo. Y digo lo que es peor porque sienta dos terribles precedentes en nuestro interior: el primero es que es algo factible alcanzar el éxito sin pegar un palo al agua, el segundo, todavía más dañino, es el de pensar de qué nos sirve esforzarnos si a otros ese éxito que buscamos les llegará antes y sin que tengan que mover un sólo dedo.

¿Qué es realmente la cultura del esfuerzo?

Digamos que, en realidad, la relación de la que hablo al principio es una relación de probabilidad. Cuanto más te esfuerces, cuanto más lo intentes, cuanto más te repongas de tus fracasos rápidamente y vuelvas a comenzar mucho más probable será que logres el objetivo que buscas y más duradero será el éxito asociado a él.

Ya, pero ¿cuál es la letra pequeña?

La letra pequeña la conocemos todos pero nos obligamos a olvidarla queriendo creer que el mundo es un lugar idílico. El fracaso, el esforzado trabajador que no tiene para comer, el licenciado que se malvende en un trabajo basura, el vago que termina siendo director, el oportunista que acaba ganando mucho dinero, el rico que se enriquece más, el gobernante corrupto que sale indemne de sus tropelías, el incompetente que ocupa cargos de responsabilidad y, el que más me gusta de todos, el inútil que se cree alguien.

Pero esto no le resta ni un ápice de realidad a la esencia de la cultura del esfuerzo: cuanto más lo intentes, más cerca estarás de conseguirlo. Porque en cada iteración, en cada intento fallido, generamos un bien de valor incalculable: una experiencia más de cómo no hacer las cosas. Y llegará el día, si seguimos intentándolo, que por fin la luz se encenderá.

 

«No fracasé, sólo descubrí 999 maneras de como no hacer una bombilla.»

– Thomas A. Edison.

 

Bueno en mucho, genial en algo.

Es un tema de debate que llevo teniendo ya bastantes días en el trabajo.

He de reconocerlo: me gustan demasiadas cosas. Me gusta mucho el área tecnológica, el networking, la programación, el mundo del emprendimiento, la productividad. Pero también me gusta el diseño, la fotografía, el arte, la música. Considero que este mundo pone a nuestro alcance un gran número de posibilidades para aprender, formarnos, y convertirnos en mejores personas.

¿Cuál es el problema? 

Obviamente, como en casi todo, el tiempo. Disponemos de un tiempo limitado para aprender, experimentar y mejorar nuestros conocimientos. Es por eso que me surge la duda de qué es mejor: convertirse en una persona polifacética, con experiencia en muchas áreas, sabiendo manejarse bien en todas ellas pero sin ser especialmente bueno en ninguna o, por el contrario, especializarse en algo hasta el extremo de ser de los mejores en eso.

Supongo que habrá opiniones para todo.

Yo, por mi forma de ser, no puedo evitar decantarme por la primera opción: me gusta probarlo todo, me gusta entender el núcleo de una red de comunicaciones tanto como poder tocar la partitura de Juego de Tronos. Me gusta tanto ser capaz de programar una página web como sentirme orgulloso de la calidad artística de alguna fotografía tomada.

¿Y vosotros? ¿Qué opináis?

Volver a empezar

Aunque todavía estamos un poco lejos de septiembre, lo cierto es que estos días me siento un poco como en los inicios de ese mes.

Si echamos la vista un poco atrás, septiembre siempre ha sido el mes de «la vuelta a…»; la vuelta al cole, la vuelta al instituto, la vuelta a la universidad. Libros nuevos, el olor de las libretas a punto de estrenar, nuevas asignaturas, nuevos profesores y, en general, nuevos proyectos.

Bueno, y no tan nuevos.

Porque parece que hay todavía ilusión y ganas de seguir alimentando la idea que surgió hace ya más de un año. Creo que nadie nos puede echar en cara que no somos emprendedores.

Hemos aprendido de nuestros errores, hemos liberado parte del lastre que quizá frenaba el progreso de nuestra aventura, y ahora, con más gasolina, con más fuerza, con más ideas, nos ponemos en marcha otra vez.

Seguiremos equivocándonos, estoy seguro, seguiremos dando pasos en direcciones erróneas, pero cada paso no será en balde, porque estoy completamente convencido que cada «pequeño» fracaso es una lección de experiencia que nos hace más sabios, más competitivos, más capaces.

Y la aventura es sin lugar a dudas el excitante viaje.

¡ Volvemos a estrenar libros !

Ideas y empresa #1

Si como muchos, dada la actual situación económica, estás planteándote iniciar una aventura empresarial por tu cuenta. Si tienes una idea, un concepto que consideras que puede funcionar.

Permíteme que te cuente brevemente lo que, después de un año de experiencia, creo que puede resultarte interesante.

Emprender no es sencillo

Está claro que la crisis ha supuesto un cambio dramático en nuestra concepción del trabajo. Que los índices de desempleo presentes y futuros sólo generan más y más dudas, pero desde mi modesto punto de vista, la tarea de emprender no es algo trivial. No se trata de ponerte un buen día de pie, tener esa brillante idea que va a cambiarlo todo, ponerla en práctica y forrarte.

Todo pasa por un compromiso interno con algo en lo que crees. Y este compromiso no es, en absoluto, sencillo de adquirir.

Creo que es fundamental parar un instante y releer la anterior frase. Hay dos palabras que deberían estar (y de hecho estarán) marcadas en negrita: compromiso y creer.

El compromiso no es sólo hablar con tu yo interior y ponerse de acuerdo con él. El compromiso abarca todas las áreas de tu vida tanto personal como profesional para que trabajen juntas en una misma dirección a pesar, y esto es lo importante, de todos los obstáculos que puedan surgir, y surgirán, durante la aventura que comienzas. Además, el compromiso cuando la empresa no sólo la formas tú es algo todavía más difícil de lograr. Hay que llegar al punto en que los niveles de implicación entre los que forman parte del equipo estén sincronizados. Porque cualquier desequilibrio en este punto puede resultar un problema a medio plazo cuya solución no resulta en muchos casos sencilla.

Por otro lado, la creencia ciega de que aquello que haces, aquello que estás creando con tus propias manos, va a funcionar. La imagen futura del éxito de tu idea.

Es muy importante tener claro desde el primer segundo en el que te ronda la idea de emprender por la cabeza que este camino sólo tendrá un final feliz si la palabra fracaso jamás aparece en tus pensamientos.

Aprender a confiar en tí sobre todas las demás cosas es la pieza fundamental, el verdadero motor para el éxito.

How to face the tiredness

During these days when I’ve been trying to improve my productivity by applying Kaizen on my daily life, I’ve had to face one new enemy with which I had never thought: the tiredness.

I realized that is hard to find the motivation and the strength to start an activity but it is even more difficult if you are tired.

The best solution to this is, obviously, take some rest. But, what if you couldn’t take it?

In those cases you must focus on the final image.

The final image is a picture of you in the future succeeding your goals. Imagine, for a moment, that you are accomplishing whatever you wanted when you started this journey of productivity. With that picture on your mind, it will be easier to find the strength and the desire to start your duty.

Remember: focus on your future and think in a picture of you succeeding.

Applying Kaizen to my life

A few days ago I talked about Kaizen as a system to implement an improvement process in our ordinary life.

I want you to be partakers of the process of implementation.

Final goal is to gather information and experiences about the process and how difficult it could be.

So, from now on, I’m going to try to implement Kaizen in my life. Step by step. Only one step at time. And I’m telling you how is it working (or not) and whatever I think about it.

Change your mind, change the world

In my opinion, one the most valuable thoughts that the major of entrepreneurs transmit is the concept: “thinking out of the box”.

If we work with the actual rules, with the actual point of view with its own inherited limitations we won’t probably change anything.

We need to think with a non-established perspective which could let us change the dogma and, therefore, change the rules.

I prefer think about pushing far away the limits instead of “breaking” any rule.

If you can imagine a world without the actual boundaries, where things could be different and you really believe that you could make it happen, you have taken the first (and probably most important) step in your run to success.

Vientos de cambio

William Shakespeare dijo, «En las cosas humanas hay una marea que si se toma a tiempo conduce a la fortuna; para quien la deja pasar, el viaje de la vida se pierde en bajíos y desdichas.»

Siempre he visto la vida como una suma de ciclos, como páginas de un libro interminable que vas escribiendo sin darte cuenta que tienes cerca el final de la hoja. Y de repente sucede, te quedas sin espacio, se culmina un capitulo, se cierra una etapa y un nuevo espacio en blanco se presenta ante ti con la desnudez propia de un nacimiento.

Creo que los cambios se producen como resorte para mejorar, para alcanzar cada vez objetivos mayores, ya sea el crecimiento personal, profesional o de cualquier otro tipo.

Durante los últimos meses he tratado de ir recogiendo en mi mente las palabras justas para poder terminar una hoja de mi vida, sabiendo que llegaría este momento, el instante en que un nuevo capítulo por escribir aparecería ante mí.

¿Y ahora?

Puedo sentir esa mezcla de ilusión y miedo a partes iguales, ese olor a libros nuevos y libretas por estrenar y con él, esa sensación de incertidumbre por algo que desconozco.

Pero igual que otras veces, escribiré, y escribiré, y escribiré.

Y todas esas palabras serán en realidad pequeñas gotas de esa marea que un día decidí tomar.

Esto está a punto de…

Ya ha pasado el concurso, ya hemos acabado, si queréis saber un poco cómo nos sentimos os recomiendo que paséis por el blog: http://www.iwala.es/blog

Pero una vez pasados los abrazos, los estrechones de mano, las palmadas en la espalda, toca ponerse a trabajar de verdad.

Avanzar pasos, cumplir hitos, esfuerzo, sudor, líneas de código… una idea que sabemos que va a ser real.

Estamos listos para empezar a bombardearos con versiones, con características añadidas, con novedades para Android, para iOS, etc.

Esto, en realidad, está a punto de explotar.