Hace un poco menos de un año escribí que siempre he pensado que todos tenemos nuestro pequeño trocito de cielo cuando nos marchamos y que creo que desde allí las personas que ya tomaron su camino nos observan y nos ayudan a su manera.

Hace un año exactamente que te marchaste y espero de verdad que desde tu cielo hayas podido ver todo este año.

El año en el que por tí, Esperanza y Silla fueron un único equipo de fútbol bajo una misma camiseta.

En el que por tí la Parroquia de San Roque se quedó pequeña, muy pequeña.

El año en el que las Fallas trascendieron a la rivalidad y fueron una verdadera hermandad, junta en el recuerdo, en tú recuerdo.

A veces me pregunto cómo una persona es capaz de dejar tanta huella en tantas personas.

Pero estoy seguro que habrás visto más. Habrás visto cómo hay AMIGOS que te van a llevar siempre con ellos.

Confío en que hayas podido sonreír con el corazón al ver a tu pequeña sobrina seguir creciendo y pareciéndose cada vez más a tí.

Al ver a tu hermano, a tu cuñado y a tus dos AMIGOS liándola como hacíais los tres juntos, ese «trío veneno» que se quedó huérfano con tu marcha.

Creo que ha sido un año diferente, amargo, triste, pero en el que hay razones para la esperanza.

Porque has supuesto para muchos, y sabes para quién especialmente, un motivo para mejorar, para llegar más lejos, para que desde tu cielo te sientas orgulloso de ellos.

Supongo, no sé, que para la mayoría, nunca te fuiste.