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Cuando decidimos planificar un proyecto, sea cual sea, desde redecorar una habitación hasta crear una empresa, una de las variables que van a resultar fundamentales en el éxito y la consecución de nuestros objetivos es, sin lugar a dudas, el motivo.

A priori resulta tan obvio que para muchos pasará desapercibido y puede llevar al fracaso de nuestro proyecto.

No es lo mismo, volviendo al ejemplo inicial, querer redecorar una habitación porque disfrutamos con ello, porque sentimos que la habitación lo necesita y porque el resultado final nos va a hacer vivir más a gusto y en mejores condiciones que hacerlo porque la vecina del cuarto lo ha hecho también, porque quiero hacerle fotos y publicarlas en las redes sociales para que vean lo moderno que soy o porque no sé qué hacer con el dinero que tengo.

Tengo la sensación de que no hay motivos correctos o erróneos sino que hay motivos más correctos que otros. Puede ser perfectamente aceptable que quieras desarrollar una aplicación para Mac con la intención de hacerte rico y retirarte, pero quizá con esa motivación tengas más difícil alcanzar el objetivo inicial. Tal vez te pases más tiempo buscando cómo comercializar la aplicación, como hacer que genere dinero, en lugar de centrarte en cómo hacer una buena aplicación, la utilidad de la misma, la facilidad de su uso, etc.

Si planteas todo proyecto como una experiencia personal, un viaje a lo desconocido que te va a hacer crecer como profesional y como persona y buscas como resultado ayudarte a ti y a los demás, más allá de intereses económicos o de ego, estarás sembrando el éxito sobre un terreno muy fértil.

Nadie te asegura que tu proyecto termine resultando y consigas aquello que te propusiste al empezar pero estoy seguro que lo que extraigas de él será mucho más beneficioso si escogiste el motivo adecuado en su momento.