El estilo de escritura de un escritor es un aspecto crucial a la hora del vínculo que genera con el lector. Una conexión que navega por lo subjetivo de cada uno y que es complicado de parametrizar.

Debo reconocer que el famoso Nobel de Literatura Kazuo Ishiguro tiene una manera de escribir que conecta conmigo hasta el punto de hacerme disfrutar de su lectura. En lo personal, más allá del contenido y de la historia, su relato desprende un magnetismo que atrapa al lector.

Y todo esto a pesar de que su obra El Gigante Enterrado no sea una gran novela.

Leyendas artúricas en una fantasía misteriosa

¿Por qué digo esto? Porque no solo basta con saber escribir bien, que ya es una parte importante del recorrido, sino que necesitas contar algo que atrape e interese, que te mueva a querer saber más, que te una definitivamente con quien escribe y, lamentablemente, es aquí donde la novela cojea ostensiblemente.

El Gigante Enterrado narra las aventuras de una pareja de ancianos que viven en un tiempo oscuro tras la muerte del Rey Arturo. En esa Inglaterra de magos y espadas, Axl y Beatrice sobreviven en una pequeña aldea rodeados de una extraña niebla que parece tener raros efectos en las personas.

En su historia se cruzarán jóvenes impetuosos, misteriosas criaturas, valerosos guerreros sajones y hasta personajes de gran fama de la época.

Toda la historia transita por esa espesa niebla que parece difuminar los recuerdos, haciendo que tú mismo te veas rodeado de esa sensación de no saber muy bien dónde estás ni qué andabas haciendo por allí.

Un notable intento que se queda en eso

Sin embargo, esa notable forma de relatarnos una historia se diluye cuando el contenido se queda lejos de tener la entidad suficiente. Cuando lo que nos cuentan se marchita con el pasar de las hojas y nos vemos envueltos en una aventura insípida que incluso termina siendo repetitiva.

Hay algunos intentos, con mayor o menor éxito, de reflotar la tensión narrativa, y la segunda parte de la novela consigue remontar el vuelo hasta un desenlace que no por esperado es menos contundente y satisfactorio.

Ishiguro tiene el don de contar historias de forma diferente y eso, en tiempos de tanta mediocridad manufacturada en cadena es de agradecer, pero su tímida incursión en el mundo de la novela fantástica no pasará a la historia.

Nota: 6/10