Hace unos cuantos meses decidí tomar una decisión extraña. Digo extraña porque en principio se apartaba un poco de lo que normalmente se espera que uno haga: decidí volver a matricularme en la universidad y, además, hacerlo en un área que poco o nada tenía que ver con la actividad profesional que desarrollo.
Se trataba de algo personal, algo conmigo mismo, sin nadie más involucrado. Una especie de autocompromiso
Lo complicado de este tipo de compromisos es que no tienes a nadie que alcance a entender por completo el por qué de ellos. Es difícil de comprender la razón que hay detrás de emplear tu tiempo libre, el que ya honradamente te ganas dedicando más de 8 horas de tu vida diaria, en seguir esforzándote en un objetivo distinto, alejado de lo que normalmente haces, alejado incluso de lo que se presupone que debería gustarte.
Ha habido gente que se ha cuestionado los motivos, que incluso ha pensado que eran más locura transitoria que verdadero compromiso con uno mismo. También los ha habido que han llegado a ridiculizar, si no menospreciar, lo complejo del desafío. No han logrado entender el verdadero por qué.
Siempre he pensado en la vida como si de una carretera se tratase en la que, pese a sostener el volante del coche, no tienes ni idea de qué dirección puede tomar el camino. Nuestra capacidad de control es tan reducida que hay momentos en los que uno no sabe si va o viene, si se acerca o se aleja, o, en muchos casos, si realmente hay un destino al que dirigirse.
Han pasado ya más de 8 meses desde que tomé esa decisión y he llegado a la primera de las paradas. Echando la vista atrás he disfrutado como un enano de esta experiencia que me ha llevado a terminar con éxito el primer curso del Grado en Psicología a través de la UNED. Ha sido un viaje excitante, un viaje de descubrimiento interior, de cambios, de enfoques distintos.
Por primera vez en mi vida he encontrado que la verdadera motivación, la que funciona, al menos la que me funciona a mí, es la que he establecido conmigo mismo, delimitando mis metas con la única recompensa de mi propia satisfacción y entendiendo que la magia está en saborear cada paso del camino.
Sólo me ha costado 30 años descubrirlo.
A por la siguiente estación.
Patricia R. dice:
Enhorabuena!!!…jaja será que todos los de teleco necesitamos un psicologo… y tú preferiste pagarte la carrera que contratar uno!! ;P … es broma! Yo siempre estoy con cursos diferentes a lo que he estudiado…para mi es importante, así se trata de un hobby y me relaja, no de una obligación. Por cierto, has visto que a veces te leo!…y eso que ahora ya no hago noches! Mucha suerte en todo y no pierdas la ilusión por aprender!
Ago 9, 2015 — 2:00 pm
sergioMadrigal dice:
Jajajaj! Yo creo que la verdadera razón ha sido esa: la necesidad de comprenderme. Creo que es fundamental no dejar de intentar crecer, de aprender (sea lo que sea) y sobretodo precisamente lo que tú dices, no verlo como una obligación sino algo con lo que disfrutar.
¡Así me gusta! Que me leas.
Un abrazo enorme.
Ago 12, 2015 — 8:58 am
Vanessa dice:
Llegue aquí buscando una definición para un trabajo y me identifique mucho con tu historia, yo estoy pasando por algo como lo que tu cuentas, tengo el deseo de estudiar una carrera que no tiene nada que ver con lo que mis padres y mi familia en general espera de mi, pero no se si es una inquietud pasajera o es lo que de verdad me apasiona, por eso no se si dar el paso para cambiar el rumbo o seguir por el camino que estoy. No se si seguir estudiando la ingeniería como quieren mis papas, o ser actriz, que es lo que me gustaría ser, pero no estoy segura de dejarlo todo por cumplir un sueño que no me garantiza un puesto en una empresa importante o una buena posición económica, como dicen mis padres.
Nov 27, 2020 — 10:43 pm