Aviso: Este artículo contiene spoilers (revelaciones de la trama) de la octava temporada de Juego de Tronos.

Una serie de las dimensiones de Juego de Tronos siempre corre el mismo riesgo: levantar más expectativas de las que es humanamente posible responder.

Ayer llegaba a España el primer episodio de la octava y última temporada de la historia que narra las aventuras de Poniente y lo hizo con un arranque demasiado en tierra de nadie.

En busca del carisma

En primer lugar quizá lo más relevante del final de la última temporada y el comienzo de esta es que dos de los personajes con más fuerza han comenzado una relación amorosa. Peligroso camino que transitar porque se trata de un concepto ajeno a la esencia de la serie, más centrada en las intrigas políticas que en los paseos a lomos de dragones entre risas y arrumacos.

Del resto de personajes el episodio nos da una mínima pincelada de todos ellos, como queriéndonos convencer de que todos son importantes y que tendrán su papel en el devenir de los acontecimientos.

Este intento de cubrir todos los flancos deja a este primer episodio en la incómoda situación de querer decir mucho y terminar contando poco.

Arcos argumentales conectados

El final de la séptima temporada terminó por conectar muchos de los arcos argumentales que, hasta la fecha, habían tomado caminos distintos. Esta variedad de contextos dotaba de dinamismo a la serie y permitía cambios rápidos de entornos y de personajes. Ayer todo transcurrió entre Invernalia y Desembarco del Rey. Todos los personajes comparten ahora escenario y el resultado es la sensación de que la historia no avanza.

Cersei

Mención aparte merece la todavía reina Cersei Lannister.

Es uno de los personajes con más proyección prácticamente desde el episodio uno. Se ha ido construyendo a sí misma, conformando lo que parecía una batalla entre dos grandes mujeres en un mundo hecho para los hombres. Sin embargo, ella también se contagia de la fragilidad argumental del episodio, se diluye entre escenas y termina aparentando ser una sombra de lo que en su día fue. Confiemos en que la historia la devuelva a su merecido lugar.

Es pronto, todavía hay esperanza

La última temporada acaba de dar comienzo. Todavía tiene mucho margen de mejora y es comprensible que este primer asalto fuera más un ejercicio de puesta en escena de las piezas del tablero de ajedrez. A medio camino entre un refresco para la memoria de los espectadores y el planteamiento inicial de lo que se prevé sea la batalla de todos los tiempos.

No perdamos la esperanza.

Siempre nos quedará Tyrion.